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TERCER DOMINGO ORDINARIO C

EL PODER DE LA PALABRA

Tercer Domingo del T.O.C


Hoy el tema es de la incidencia, ¿cómo incide en nosotros, o cómo nos interpela la Palabra de Dios? Todos los textos tienen que ver con este tema; la primera lectura del libro de Nehemías, hace una alegoría hermosa, reúne al pueblo y levitas, sacerdotes se unen, y comienza a leer la escritura al pueblo y el pueblo se siente tan tocado por esa Palabra que empieza a llorar y Esdras y Nehemías le dicen al pueblo, no lloren, esta Palabra no es para llorar; esta Palabra es para gozar, por eso ni luto ni llanto, preparen comida, nada de ayunos, porque la alegría del Señor es nuestra fortaleza.


Cómo la Palabra de Dios remueve las entrañas: a unos los hace llorar de alegría, a otros los hace llorar de tristeza, a otros los inquieta, a otros los cuestiona, a otros los aconseja, a otros los alegra, a otros los emociona, a otros los corrige; la Palabra de Dios.


Por eso aclamábamos en el Salmo diciendo: “Tú tienes, Señor, Palabra de vida eterna” (todos). Es curioso como esta Palabra tiene muchos siglos de escucharla, de proclamarla y, sin embargo, uno cuando escucha la Palabra piensa que la escribieron anoche, por todo lo que dice y que tiene que ver conmigo, contigo, con cada uno de nosotros; porque muchas veces cuando uno escucha con atención, siente que el Señor nos está hablando al corazón, que su Palabra quema y que no pasa de moda; que es Palabra viva para ayer, para hoy y para siempre, por eso decimos que su Palabra son espíritu y vida.


Y en el Evangelio, Jesús, como buen judío iba todos los sábados a la sinagoga y ahora está en Nazaret, y va a la sinagoga como era su costumbre, le tocó ese día leer la escritura y se ve retratado en el texto, el texto se vuelve para Jesús un espejo; es un texto de Isaías que había sido escrito ocho siglo antes; desenrolla el texto y comienza a leer: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido, y me enviado a llevar la buena noticia a los pobres, a liberar a los cautivos, a devolverle la vista a los ciegos y a anunciar el año de gracia del Señor”.


Y Jesús siente, experimenta que ese texto está hablando de Él, levante la mano quien a escuchado un texto, y siente que está hablando de usted… Eso mismo experimentó Jesús, sólo que él lo está leyendo y dice, este soy yo… Uno puede descubrir su identidad, su misión y su realidad de una palabra poderosa que escucha y le transforma la vida.


Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él, termina de leer y devuelve el rollo al encargado, se sienta y les dice: HOY SE CUMPLE ESTA PALABRA y ojalá que cada uno de nosotros, cada vez que venimos a la Eucaristía y escuchamos la Palabra podamos decir: “hoy se cumple esta Palabra”, porqué se cumple esta palabra?, porque se parece a mí, porque me habla de mi tarea, de mi misión, porque revela mi realidad, esos son los textos que hemos escuchado hoy, por eso el tema es la incidencia de la Palabra o la Palabra que nos interpela, que nos habla, que tiene una consecuencia en nuestra vida.


PRIMER punto: LA PALABRA COBRA VIGENCIA EN EL TIEMPO… Yo no estoy de acuerdo con esa frase que dice: “las palabras se las lleva el viento” NO, lo que usted dice HOY, cobrará vigencia en el tiempo, por eso, cuidado con lo que dice, pues el profeta Isaías había escrito, otros siglos antes, lo que Jesús proclama en la sinagoga, ocho siglos antes, y ¿por qué la palabra cobra vigencia en el tiempo?, porque el Dios en el que nosotros creemos, es un Dios que habla y nosotros hablamos por participación de Dios que nos hizo a su imagen y semejanza, las únicas creaturas en el planeta, que hablamos, somos nosotros, los pericos repiten, pero los únicos que hablamos somos nosotros, los únicos que tenemos la capacidad de materializar las ideas y los pensamientos, a través de la palabra, somos nosotros y solo porque Dios nos ha participado de ese poder, porque el Dios en el que nosotros creemos habla, habla; por eso no es justo cuando tú dices: es yo no se, Dios, qué quiere…


Y cuando tú dices eso, es porque nunca has escuchado su palabra, nunca has leído su palabra, porque nunca has orado su palabra, pero el Dios en el que nosotros creemos, habla. Y SI sabes qué quiere, si sabemos, que nos hagamos de la vista gorda, eso es otra cosa, pero SI SABEMOS lo que Dios quiere, que nos cueste aceptar lo que él quiere, es otra cosa, pero si sabemos qué quiere, porque él ha hablado, nosotros no tenemos que reclamar a Dios, porque él habla y nos ha hablado a través de su hijo Jesucristo.


SEGUNDO punto: la Palabra UNCION, cuando Jesús lee, dice: el Espíritu está sobre mi, por eso su palabra está cargada de UNCIÓN, cuando usted le vaya a hablar a sus hijos pida el Espíritu Santo para que su palabra esté llena de unción.


¿Qué significa esto? Cuando la Palabra está cargada de unión, lo que tú dices, pega; lo que tú dices toca; lo que tú dices transforma. Eso es el don de la Palabra, palabra con unción, es eso; el don de la palabra no es que yo sea muy ágil para hablar o sea uy elocuente, ese no es el don de la palabra.


El don de la palabra es que aquello que diga, logre tocar tu vida, porque lo que digo está arrogado (arropado), por el Espíritu Santo, yo no se si yo tengo el don de la palabra, porque el que tiene que saber es usted, si lo que digo le toca su vida, le cambia la vida, ilumina su existencia, motiva su vida, usted sabrá si tengo el don de la palabra… La palabra con unción toca la vida del otro.


TERCERO punto: palabra ESCUCHAR, ¿Qué significa escuchar palabra? O ¿cómo saber si estoy escuchando palabra, cómo se? Es muy fácil, escucho palabra, si OBEDEZCO PALABRA, uno puede oír, pero no escuchar, es muy distinto escuchar, sólo quién escucha palabra, obedece palabra, porque eso es capaz de cambiarte la vida. Por eso usted no tiene que ir a otra forma religiosa para convertirse, a mi duele cuando alguien dice, que cambió de forma religiosa y cambió, Yo les invito que escuchen palabra y obedezcan palabra, porque si usted viene aquí SOLO A OIR palabra, seguirá siendo exactamente lo mismo, pero si usted viene aquí, es porque se quiere dejar moldear por el Señor, se quiere dejar transformar por la Palabra, escuche Palabra, obedezca Palabra y así se dará cuenta de cómo su vida es otra.


CUARTO punto: Palabra pronunciada, cómo hablo, recuerda esto: HABLAR ES DECLARAR, HABLAR ES DECRETAR (todos). Hablar es declarar, tú tienes en tus labios un milagro, úsalo bien, no hablando cosas en contra, hablando cosas que no son sanas, que no son buenas, que van en contra de otro o en contra de ti mismo, en tus labios hay profundidades y ese milagro es la palabra que puedes pronunciar cuando hablas, declaras, decretas.


Cuiden la palabra pronunciada, lo que dices es un decreto, miren: cuando una mamá o un papá le dice a su hijo que es un inútil, que no sirve para nada, que nunca va a ser nada en la vida… esas palabras pronunciadas son un decreto que se realizarán en la vida de su hijo… Lo que dices es un decreto, lo que dices es una declaración, cuidado con lo que dices, con lo que hablas.


QUINTO punto: palabra PACTAR, nosotros tenemos que ser hombres de verdad, mujeres de verdad, lo que prometas, por favor cúmplelo; lo que jures, lo tienes que jurar, que sea exactamente la verdad, que no sea solo parte de la verdad, si alguna vez te piden jurar.


Los hombres de verdad y las mujeres de verdad, lo que prometemos lo cumplimos; si no somos capaces de cumplir no seres hombres y mujeres de verdad, cumple lo que prometes.


SEXTO punto: palabra MAL USADA, ¿cuál es la palabra mal usada? La que no esté conectada con la mente y el corazón, está mal usada, estás hablando lo que no es, cuando vayas a hablar, asegúrate, por favor, que estás hablando con lo que estás pensando y con lo que estás sintiendo; cuando vayas a orar, asegúrate que lo que le vas a decir a Dios, no sean palabras vacías, no sea que caiga sobre ti lo que dijo el profeta, este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí, asegúrate de conectar la mente con el corazón: mente, palabra corazón.


Y SEPTIMO punto: por la Palabra fueron creadas todas las cosas y la palabra se hizo carne y habitó entre nosotros; quiero contarles que en Jesús no hubo incoherencias entre su persona y su predicación uno puede pensar en la persona de Jesús y la Palabra de Jesús y está diciendo exactamente lo mismo, es increíble, no ha habido en la historia hombre más coherente que Jesús de Nazaret, su predicación, su mensaje, su doctrina estaba perfectamente identificada con su persona y por eso en este día le decimos al Espírito Santo que nos de la coherencia de Jesús, porque cuánto nos cuesta SER COHERENTES para que nos sintamos directamente implicados, relacionados, interpelados e identificado con lo que somos, porque en Jesús, persona y mensaje, es exactamente lo mismo. Porque el Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros y hemos contemplado la Gloria de Nuestro Dios, a Él la Gloria y la honra por los siglos de los siglos. Amén.

P. Rodri


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