SOBRE EL CANSANCIO
El cansancio, una meditación sobre el cansancio, te esperabas eso, es lo que la Palabra de Dios nos comparte hoy, el cansancio… Normalmente uno se cansa porque ha trabajado.
Hay diferentes tipos de cansancio, el más fácil de reconocer es el cansancio físico que todos experimentamos al final de una jornada este cansancio es natural, porque hemos estado trabajado, pensando, moviéndonos, etc.
Pero hay un cansancio que sucede, inclusive antes de trabajar y ese otro tipo de cansancio lo podríamos llamar también desaliento, lo podríamos llamar “sin sentido”, lo podríamos llamar des motivación. Y que el otro cansancio, el físico se quita descansando…
Pero este otro tipo de cansancio no es tanto de los músculos, es un cansancio del alma, de la fe y de esperanza, es un cansancio de desilusión; es un cansancio que nos paraliza y es un cansancio que no se resuelve simplemente con un buen sueño o con alimentarse un poco mejor; que más allá de un descanso, de una cama, ese desaliento, ese absurdo tiene un poder de humillación de las iniciativas humanas que llega verdaderamente a paralizarnos, y es allí donde encontramos las palabras del profeta Isaías, invitando a descubrir en Dios, al único que es capaz de empezarlo todo, el Dios que no se cansa, que tiene la explicación, la razón del porqué y para qué de cada cosa; por eso Dios es el manantial único, de toda motivación.
Uno de los pasajes más conocidos del Evangelio es el cap. 11 de San Mateo: “Venga a mí todos los que están casados y agobiados y yo los aliviaré, carguen con mi yugo, dice el Señor; mi yugo es suave y mi carga ligera”.
Y aparte del alivio, tiene todas las características de una gran noticia. Efectivamente son muchas las personas que se sienten agobiadas por toda clase de cargas; está la carga del pasado, por ejemplo de los errores que uno ha cometido, también es carga del pasado, aquello que otros le hicieron a uno y eso fácilmente despierta resentimientos o deja heridas. Esas cargas están.
Están también las cargas del presente, algunas personas, ahora mismo, tienen que enfrentar situaciones muy difíciles: una enfermedad incurable, una deuda impagable, el tener que cuidar, tener que ver por alguien que se encuentra en una difícil situación.
Y también hay carga que vienen del futuro, aunque el futuro no haya llegado aún, muchas personas ven el futuro más como una problema que se les abalanza, que se les viene encima, más que como una oportunidad; muchas personas, y eso es triste decirlo, el futuro no es en principio una alegría, sino más bien una interrogante o incluso, como ya dije: una amenaza. Así es que para todos aquellos que sientes que su pasado, su presente o su futuro, es una carga, que gran noticia lo que dice Jesús: “Vengan a mí, los que están cansados y agobiados”.
En las palabras de Cristo hay que reconocer también otro tipo de carga, la de aquellos que habían escuchado mucho a los fariseos, es decir, que sentían LA OBLIGACION de ser buenos y a la vez la imposibilidad de ser buenos. La palabra “carga”, la utiliza Cristo, refiriéndose a los fariseos en otro pasaje, allí donde dice que los fariseos, LIAN cargas muy pesadas y luego no mueven un dedo para ayudar a llevarla y es sobre todo a esas personas a quien se dirige Jesús como maestro, diciéndoles que “ESA CARGA NO TE LA MERECES”, y es sobre todo de esa carga de la que El nos libera, esa carga incluye, las que hemos llevado ya desde antes, es la carga del Yo debería, pero Yo no puedo; yo debería perdonar, pero no puedo; yo no debería preocuparme, pero estoy muy angustiado.
Yo debería cuidar más mi salud, pero estoy amarrado a, qué se yo, al cigarro, o la vicio o a lo que sea; yo debería, pero yo no puedo…
Y es allí donde Cristo nos dice: pues el puente entre lo que tú deberías y tú puedes, ese puente soy yo, llévame contigo, acepta mi enseñanza, recibe mi Espíritu, acógete a mi amor, ven a vivir a mi casa, que es la iglesia y entonces experimentarás que el puente entre lo que se debe y lo que puede es un puente que se puede transitar, por el que se puede andar.
P. Rodri
