Al igual que San Juan Diego, te invito: recibe a la Santísima Virgen María en tu corazón para que ella lo haga un corazón de niño dispuesto a creer en Dios, a obedecerle y a llenarse de pureza.
El 12 de Diciembre celebramos en toda América la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe; en esta oración quisiera que dirigiéramos nuestra atención a aquel hombre, San Juan Diego, que fue privilegiado al recibir estas manifestaciones de la Santísima Virgen María, en los albores de la Evangelización en nuestras tierras.
Por mucho tiempo, yo siempre pensé que Juan Diego era sólo un muchachito, un niño, cuando sucedieron las apariciones, pero tiempo después, supe que ya era un hombre mayor pasados ya los cuarenta y tantos años y ya era un hombre viudo cuando sucedieron estas apariciones.
Pero hay algo que me hizo reflexionar, el ¿por que yo tenía la idea de que era un niño, cuando las apariciones? Y la respuesta a la que logre llegar, es que estas preciosas narraciones de las apariciones de la Virgen de Guadalupe tiene todo el perfume, toda la sencillez, todo el candor de los niños; eso es lo primero que quiero recordar de San Juan Diego, el corazón de niño, un corazón dispuesto a creer, un corazón lleno de pureza y un corazón dispuesto a la obediencia.
Como un buen hijo, un buen niño de familia, cree y confía en sus papás; es puro en sus costumbres, en su cuerpo, en su lenguaje, en su mirada; y su alma es dócil y obediente a aquello que se le pide. Enotnces tenemos a un hombre ya crecido que ha tenido además la experiencia del matrimonio, y al mismo tiempo un niño, un niño en su corazón, uno de aquellos de los que dijo Cristo, tienen que ser niños para entrar en el reino de los cielos, este es Juan Diego, este es el que tiene un corazón de niño.
La historia de las apariciones nos muestran varias veces la manera de obrar de él, especialmente, cuando este hombre, teniendo, oigan bien la frase que utilizo: “temiendo que la Virgen se le apareciera" y le quitara tiempo porque estaba apresurado, ya que iba a tender a un enfermo, temiendo que la Virgen le quitara tiempo, entonces, va por otro camino. Piensa cuánta sencillez y cuanta pureza hay en el corazón de ese hombre, tú piensa, él no quiere entretenerse, hablando con la madre de Dios, porque está prestando un servicio de caridad, ese es el corazón de Juan Diego.
Y lo otro que quiero recordar, muchos hemos tenida la oportunidad de visitar la Basílica de la Virgen, y precisamente se recuerda, como Juan Diego, después de todos estos acontecimientos, se convierte en algo así como el mayordomo de la casa, esto me hace recordar a otro Juan, a Juan el Apóstol, recuerdan cómo a los pies de la cruz, Jesús le dice a María, allí tienes a tu hijo y a Juan le dice, allí tienes a tu madre; y el evangelista comenta que desde ese momento Juan la recibió en su casa, en su corazón; bueno, ese fue también Juan diego, él se convirtió como en el mayordomo de la casa de la Virgen, es decir, la alianza del corazón, la alianza que él hizo con ella, no acabó cuando acabaron las apariciones, estaba llamada a prolongarse en esta tierra y luego a tener plenitud de encuentro, en la gloria del cielo.
Que bueno recordar a Juan Diego y que bueno dejar que él nos evangelice en este Adviento que estamos viviendo
P. Rodri
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