¿QUIEN ES DIOS?
Hoy celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad; nuestra vida cristiana esta arropada siempre por esa realidad, del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Dios mismo se nos revela, y se nos revela como Trinidad, como una comunidad de personas. Dios no es un ser solitario, sino que es comunión de personas.
La Trinidad es una comunidad de amor, en la que Dios Padre es el que ama; el Hijo es el amado; y el Espíritu Santo es el amor mismo. No es que sean tres dioses distintos, sino que es UN SOLO DIOS en tres personas distintas.
Es el Padre, el que creó el mundo, el que escogió al pueblo de Israel en Abrahán, el que hizo la alianza con su pueblo en el Sinaí, y el que constantemente estuvo al lado de su pueblo Israel.
Es su Hijo, Jesucristo, la Palabra eterna de Dios, que desde antes de la creación del mundo estaba junto a Dios, y que por medio de ella fue creado todo, que en la plenitud de los tiempos se hizo carne, bajó a la tierra, y vivió como uno más de nosotros, que murió por nosotros en la cruz, que resucitó al tercer día y que subió a los cielos, y ahora está sentado a la derecha del Padre.
El Espíritu Santo, es el mismo Espíritu de Dios, que ya se cernía sobre las aguas en la creación del mundo, que habló por medio de los profetas, el que llenó a María en el momento, de la Encarnación, el que descendió sobre Jesús en su Bautismo, el espíritu que Jesús entregó al Padre en la cruz y que después, una vez resucitado, exhaló sobre los discípulos y les dio ese mismo Espíritu; y finalmente el que envió el Padre junto con el Hijo desde el cielo el día de Pentecostés, el que da fuerza y dinamiza a la Iglesia, el mismo que recibimos el día de nuestro bautismo, y el que nos hace llamar a Dios Padre. Es un misterio que no comprendemos, pero hoy se nos revela como Trinidad.
El hombre ante el misterio Trinitario, es difícil entender, pues precisamente por eso es UN MISTERIO. Recordemos esa anécdota de san Agustín, no sabemos si será real o no, pero cuenta que un día estaba san Agustín, -el que escribió un tratado precioso sobre este misterio de la Trinidad-, paseando por la orilla de la playa, estaba pensando en este misterio, cuando se encontró un niño que estaba haciendo un hoyo en la arena de la playa.
Ante la curiosidad de san Agustín que le preguntó, qué estaba haciendo, el niño le respondió que quería pasar toda el agua del mar a ese pequeño hoyo, que estaba haciendo en la arena. San Agustín se sonrió y le dijo que eso era imposible, ya que el mar era demasiado grande como para que cupiese en ese hoyo tan pequeño. Aquel niño le respondió que del mismo modo, era imposible que el misterio de Dios, que es tan grande, cupiese en la mente humana, tan pequeña.
Sea cierta o no, esta anécdota, nos ilustra muy bien, la grandeza del misterio de Dios y la insignificancia de nuestra inteligencia; por eso, por mucho que queramos entenderlo, Dios es siempre más grande que nuestro entendimiento. Por ello, ante este misterio tan grande, nuestra actitud ha de ser la de alabar y dar gloria a Dios, que ha tenido a bien manifestársenos a nosotros, los hombres, y que nos ha revelado su esencia: Dios es amor.
Seguramente a muchos nos pasó que, desde pequeños, preguntamos a nuestros papás o a nuestros abuelos: ¿Quién creó a Dios? ¿Y quién es Dios? ¿Dónde está Dios? ¿Y cómo es Dios? Pero solo podemos decir que DIOS ES UN MISTERIO.
Cuando decimos que es un misterio, no nos referimos a una persona misteriosa, porque una persona misteriosa, es aquella de la que no se es capaz de descifrar; pero cuando decimos que DIOS ES UN MISTERIO, quiere decir que solo vemos lo que él mismo, nos permite ver, pero no completamente, porque solo podemos conocer aquello que él nos ha revelado, pero no todo, solo en parte; eso es un misterio, no una cosa vedada, oculta o prohibida, no.
Cuando uno pretende racionalizar a Dios, es decir, conocerlo a través de la razón, del intelecto, uno se pierde, se queda sin nada, porque no es posible comprenderlo en su totalidad, sino solo podemos como ARAÑAR ese misterio, porque si lo llegáramos a develar, entonces dejaría de ser un misterio y Dios dejaría de ser Dios; por eso simplemente lo arañamos, es decir, nos gustamos de esa maravillosa experiencia divina, del misterio de Dios.
Empecemos, entonces, por ir arañando parte de este misterio:
Primero, lo que podemos decir es que, DIOS NO TIENE PRINCIPIO NI TIENE FIN, es decir, miren: la mente humana, como lo es la tuya y la mía, solo sabe conocer lo que está enmarcado en el tiempo y en el espacio, no más; lo que se sale del tiempo y del espacio, lo que va más allá de nuestra menta humana, no es capaz de captarlo, es imposible captarlo con nuestra sola razón humana, ya porque todo tiene un principio y tiene un fin, y está enmarcado en el tiempo y en el espacio; por eso, por más que intentemos comprender ese misterio, no seremos capaz de entender esta eternidad infinitud de Dios, porque para ti y para mí, es imposible acceder a esa realidad que no tiene principio ni fin, y se llama Dios.
Entonces, Dios, según los estudiosos, es el acto creador, que está creando, haciendo y siendo en ti y en mí, ese es Dios, a ese acto creador y realidad divina e ilimitada, a la que Jesús llamó: Papá. Porque se sintió plenamente identificado con Él, Jesús sí que entendió eso que dice la escritura en el libro del Génesis: “fuimos creados a su imagen y semejanza”, y le dice papa a Dios, porque se siente plenamente identificado con Él, porque siente que él es uno con Jesús, eso es lo que Jesús experimenta, y por eso dice, “el padre y yo somos uno”, en una plena y total identificación. Ser cristiano es sentir una planea identificación con Dios, es descubrir una unidad indisoluble entre tú y Dios, eso es ser cristiano.
Jesús nos enseñó, que Dios es nuestro padre, y por eso, no busquemos identificarnos con nadie, no tienes que parecerte a nada ni a nadie, pero si, debemos identificarte con Dios, siendo como Dios; porque él es mi padre y lo mejor que le puede pasar a un hijo, es parecerse a su padre… Él no te va a dejar tirado, colgado, porque tú eres su hijo y él es un papá responsable, que te llama por tu nombre, que conoce tu rostro, conoce tu historia, te conoce tal como eres.
Recuerdan lo aprendimos en el catecismo y nos enseñaron a decir y a creer que Dios está en el cielo, en la tierra y todo lugar; pero hoy podemos ir aún más allá y entender que: DIOS ESTÁ EN TI Y ESTÁ EN MI.
Así es que, Tú eres sagrado y Yo soy sagrado; por eso, atentar contra alguien, es atentar contra Dios mismo, y un principio básico es no matar, no violar, no atracar, no engañar, no insultar, porque Dios está en ti y está en mí, y cuando yo te daño, daño la casa de Dios y cuando me dañas, dañas la Templo de Dios.
Dios es INCONDICIONAL, y eso quiere decir que Dios te ama, no porque tú seas bueno o malo, sino que te ama porque él es amor.
¿Entonces uno se puede portar como le dé la gana? Pues SI, si tú quieres, pero ese es tu problema, y aquí hay que abordar un problema de responsabilidad personal: tú te portas bien, porque es tu responsabilidad portarte bien; pero, no para que Dios te Ame más, no, sino porque, aunque tú te portaras mal, Dios se está muriendo de amor por ti.
Entonces me voy a portar como a mí dé la gana, pues fíjate que no, y te voy a decir porqué; porque depende de tu comportamiento, tu cielo; y depende de tu comportamiento, tu infierno: el cielo lo construyes y lo vives aquí, y el infierno también; y nosotros no fuimos hechos para el infierno, sino para la Gloria, para el cielo y para la eterna felicidad.
Pero, también Dios es DESINTERESADO, por eso no debemos negociar con Dios, ustedes y yo a veces hacemos negocios que, pena: le prendo una vela, como si Dios dijera, ah, una velita, me van a prender una velita; Dios no está en la oscuridad, él es la luz plena; o hacemos trueque o negocio con él: te doy esto, a cambio aquello otro, si me ayudas; o le hacemos promesas, Dios no tiene necesidad de tus promesas, Él es quien tiene todo para darnos, es él quien nos ha prometido, y todo lo que nos ha prometido nos lo ha cumplido en su hijos Jesucristo, amen. Entonces, no hay que negociar con Dios, nada, nada, porque Él es desinteresado, te ama y punto.
Es un Dios para vivir, él no es de aquí (razón-cabeza), aquí no cabe; es de aquí (corazón), aquí si cabe, porque el corazón del hombre y de la mujer fueron diseñados para recibir en él a Dios; pero la cabeza no, por eso un muchacho cuando está en la preparatoria o en la universidad, y llega a la casa diciendo que “ES ATEO”, porque el profesor le dijo, o porque le leyó un libro, piensas que Dios puede caber allí en tu cabeza, no, aquí no te cabe Dios, el único lugar donde Dios cabe, es en tu corazón, por eso Dios no es un SABER, sino es un SABOR; el misterio de Dios no es para explicar, es para sentir, es para experimentar, es para saborear, es para gustar.
DIOS ES EL DIOS DE TODOS, de todos, de los ignorantes, como de los sabios; del campesino, como del citadino; del heterosexual y del homosexual; también del casado como del amancebado que vive bajo la ley del quelite. Por eso uno no puede des criminar a nadie, en nombre de Dios, porque Dios es el Dios de todos. Dios no puede ser solo para un cierto puñadito de gente bien portada, Dios es el Dios de todos y para todos.
DIOS ES COMPAÑERO
Tú mi Dios, Señor, amigo y compañero de destino, es bueno sentirte cerca, cuando la noche se acerca y se oscurece el camino, tú, la fuerza de mi paso, quien modela mi barro y vaso, tu huella de mi sendero, Dios amigo y compañero, mi lucha, mi derrota, mi llanura y soledad, mi canto, mi paz, mi pan y mensaje y mensajero, a quien quiero porque quiero, Dios amigo y compañero, compañero, compañero…
La mejor compañía del ser humano es Dios, porque no es un compañero a lado, sino un compañero dentro.
Dios es el que todo lo da, usted vive por Dios y vive en Dios; usted es lo que es, por Dios; usted tiene lo que tiene, por Dios; usted sabe lo que sabe, por Dios; usted hace lo que hace, por Dios.
Bendito sea Dios, alabado y glorificado por siempre… Amén, amén, amén.
La mejor compañía del ser humano es Dios, porque no es un compañero a lado, sino un compañero dentro. Bendito sea Dios alabado y glorificado por siempre… Amén, amén, amén.
P. Rodri
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