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NUESTRAS CEGUERAS

Del santo Evangelio según san Marcos: 10, 46-52

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente, un ciego, llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!". Muchos lo reprendían para que se callara, pero él seguía gritando todavía más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!". Jesús se detuvo entonces y dijo: "Llámenlo". Y llamaron al ciego, diciéndole: "¡Ánimo! Levántate, porque él te llama". El ciego tiró su manto; de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús. Entonces le dijo Jesús: "¿Qué quieres que haga por ti?". El ciego le contestó: "Maestro, que pueda ver". Jesús le dijo: "Vete; tu fe te ha salvado". Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.



Este texto tiene demasiados detalles que conviene que nos detengamos en algunos de ellos. Hay muchos tipos de ceguera, muchos, y en el Evangelio encontramos un ciego que le pide a Jesús recobrar la vista y entendemos que solo Jesús, sólo él, nos puede dar la luz, solamente él, y nadie más.


PRIMER punto de reflexión: hay seres humanos que aunque veamos con nuestros ojos de la carne estamos ciegos, porque aún no hemos hecho uso de los ojos del amor de los ojos del corazón, de los ojos de Dios y yo quisiera compartirles breve mente, una mujer de 35 años que había perdido la luz de sus ojos, y ella contaba su historia, contó que desde los 12 años adquirió una enfermedad que progresivamente iba perdiendo la luz de sus ojos, y ella desde los 12 años le decía l Señor, Señor que yo vea mejor, a los 22 años se apagó por completo la luz de sus ojos y ella entró en una crisis tremenda, en una crisis de fe, porque ella hacía esta reflexión y sacaba esta conclusión, si desde los 12 años le pedía al Señor que viera mejor, ¿por qué no escuchó mi grito, porque no escuchó mi clamor, mi voz, porque no lo hizo?


Y a los 35 años de edad, cuando ya había pasado su crisis de fe, entendió que Dios si la había escuchado, que Dios había inclinado su oído hacia ella, que Dios si había atendido su queja, su grito, su clamor, porque aunque se le había apagado la luz de sus ojos, ella ahora, veía mejor; y veía mejor, porque ahora estaba viendo con los ojos del amor, con los ojos del corazón, con los ojos de Dios.


Hay una frase que quizás ustedes la hay escuchado muchas veces, y que yo la quiero citar, del libro del principito, que dice: LO ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS, SOLO SE PUEDE VER BIEN, CON EL CORAZÓN.

Y cuando uno aprende a ver con el corazón, pasan cosas tan hermosas y lindas como estas, no se queda en la apariencia, sino que va más allá de la apariencia y va a la esencia, no se queda en el acontecimiento, sino que va más allá del acontecimiento y es capaz de ver las intenciones del corazón. Hoy le vamos a pedir al Señor, que nos de su luz, para que podamos ver con los ojos del corazón.


SEGUNDO: dice el texto que había un mendigo ciego, que estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna, es otro tipo de ceguera, pues debemos saber que la MENDICIDAD es otro tipo de ceguera, y que no nos permite ir por el camino, es decir, la mendicidad, no nos permite ser protagonistas de nuestra vida, sino sólo estar al borde, al margen del camino, pidiendo limosna, cuando sólo queremos vivir a costa de otros, somos ciegos; y creo que si alguno de ustedes le patrocina a otro esa ceguera, está equivocando, porque cuando tú permites que alguien se recueste en tu vida y decida no mover ni un dedo, estás patrocinando la ceguera del otro, y porqué la patrocinas, porque la tarea no es cargar a nadie, tu misión, nuestra misión es ayudar, empujar y acompañar, pero sobre todo ayudar al otro a ver sus capacidades para que aprenda a gestionarse, por sí mismo.


El que no se gestiona por sí mismo y se dedica a pedir limosna, está ciego, porque no ha visto cuántas capacidades le ha dado Dios, para logar lo que quiere y lo que puede; no estoy diciendo, ni se trata tampoco de NO AYUDAR A NADIE, no es eso; si podemos ayudar, si podemos dar un empujoncito, PERO NO CARGAR A NADIE, porque cargar al otro significa, patrosinarle su ceguera, porque en nada le ayudamos a ver sus capacidades para gestionarse a sí mismo, vivir por sí mismo. Ante esta segunda ceguera le decimos al Señor, Señor si aún no he visto alguna capacidad que tú me hayas dado, y todavía sigo estirando la mano para que me den, te pido en esta noche, te lo pido como te lo pidió el ciego Bartimeo, y le des luz a mi vida para que yo sea capaz de comprender que capacidades tengo y poder gestionar mi propia vida y no volver a tener que estirar la mano, para que me sostengan.


TERCERA CEGUERA: Bartimeo comenzó a gritar, “Hijo de David, ten compasión de mí”, es ciego, pero no es mudo; es ciego pero no es sordo, y les digo esto, porque también hay ceguera cuando nos escudamos en nuestra limitación para no hacer nada en la vida. Estoy completamente convencido de que cada uno de nosotros tiene ciertas limitaciones, pero nuestras limitaciones no pueden ser la excusa perfecta, para no hacer nada en la vida, qué importa que tengamos limitaciones, lo importante es que más allá de las limitaciones, tenemos otras capacidades, que podemos explorar y no hacerlo es otro tipo de ceguera.


Cuando alguien se esconde detrás de su limitación para no desarrollar el proyecto de vida que Dios ha creado para esa persona, está ciega. Ustedes seguramente conocen personas, y no lo digo, no por juzgar, sino por iluminar estoy que estoy diciendo; personas que todo el tiempo se están escudando en su limitación, o que a cada momento están sacando una excusa para no hacer lo que tienen que hacer y ustedes y yo sabemos que eso pasa y eso es otro tipo de ceguera.


CUARTA CEGUERA: la gente comenzó a decirle a Bartime, ¡Cállate, cállate!, pero Bartime gritaba con más fuerza y la gente, que te calles, y él gritaba con más impulso: “Jesús Hijo de David, ten compasión de mí”; y es que una clara ceguera, es que le hagas más caso a lo que la gente dice, que a lo que Dios ha puesto en tu corazón, cuidado, no le creas más al NO de la gente, que al SI que Dios ha puesto en tu corazón, y yo te digo en el nombre de Jesús, cuando alguien trate de desanimarte, no le creas, porque probablemente Dios, en tu corazón te está diciendo SI, ve detrás de ese SI y reclama ese SI, porque Dios no falla, él no se equivoca, Bendito sea el Señor, ahora y por siempre. Amén.


Creo que somos ciegos cuando le creemos al mundo y dejamos de creer en nuestra intuición, aquí tenemos que abonarle a Bartimeo, la luz que había en su corazón, porque cuando toda la gente le decía que se callara, él con más insistencia gritaba, por favor, no te dejes desanimar por nada, ni por nadie, ve tras esa intuición que Dios ha puesto en tu corazón, decimos al Señor:

Señor, dame la gracia de creer, lo en lo que has sembrado en mi corazón y no en lo que dicen los demás, esta es mi oración en esta noche, Amén. Dale la Gloria a Dios.


QUINTA CEGUERA: miren la gente, como es de voluble, hace un momento le estaba diciendo cállate, y ahora le dicen, oye, levántate que el maestro te llama, la gente que hace un momento le estaba diciendo cállate, es la misma gente que ahora le está diciendo, animo, levántate que él te llama. Hago un paréntesis: (¿Recuerdan la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, que la gente le gritaban, viva el rey de los judíos? Pues es esa misma gente, es la misma, que después ante Pilato le dicen: ¡Crucifícale, crucifícale! Por eso, ¿saben qué conclusión saco yo de la gente?, que la gente es muy voluble y convenenciera, siempre se hace hacia donde le conviene).


Continúo con el texto: Bartimeo SOLTÓ EL MANTO, y dio un salto y se acercó a Jesús, la quinta ceguera es no soltar el manto, por favor suelte el manto, si usted quiere algo nuevo, suelte el manto (el manto para Bartimeo era todo, y cuando digo todo, es TODO, durante el día era vestido y de noche le se servía de cobijo. Suelta el manto, suéltalo; es decir, suelta ese mal recuerdo, suelta ese pasado, suelta eso a lo que estés enteramente aferrado, suéltalo, la quinta ceguera es aquello a lo que uno está fuerte mente aferrado, porque uno cree que ese manto es todo en la vida, y la verdad que el manto no lo es todo, hay más y más y más, después del manto; por eso suéltalo, hay más que eso y cuando tú lo sueltes, te darás cuenta, que Dios tiene cosas más granes y mayores para ti, porque aunque tú quieres cosas buenas, Dios siempre quiere para ti, cosas mejores. Suelta ese manto, ciego es aquel que está aferrado al manto, a sus pobres ideas, está aferrado a su pasado, está aferrado a sus recuerdos, crees que eso es todo en la vida pero no lo es, porque el día que sueltes ese manto, te darás cuenta que hay más, no le tengas miedo al cambio, no le tengas miedo al presente, no le tengas miedo al futuro, porque Dios tiene para nosotros, para ti y para mí, cosas mejores y mayores, bendito sea el Señor por eso.


SEXTA CEGUERA: Jesús le dijo, ¿qué quieres que haga por ti? Es otra cosa que le tenemos también que abonar a Bartimeo, y es que LA TENÍA CLARA, cuando uno no la tiene clara, está ciego, duda, vive en la incertidumbre, en la inseguridad; con el respeto que se merecen las personas cuando vienen a confesarse y yo le digo, cuáles son tus pecado y dice: este, mmmm, este, mmmm… como que, y después de haber esperado su turno una hora o más, dice, padre es que yo no sé por dónde empezar…. Por favor es muy importante, tener claro qué es lo que queremos en la vida, cuál es nuestro propósito. Cuando uno no la tiene clara, está ciego.


Y termino, Jesús le dijo a Bartime: TU FE TE HA SALVADO, el escéptico está ciego, el incrédulo está ciego, porque no se trata de ver para creer, sino creer para ver, y cuando tú creas verás cosas mayores. Le damos gracias a Dios por esta enseñanza… lo alabamos y le bendecimos, le damos gloria y reconocemos su poder, bendito y alabado por siempre. Amén, amén, amén.

P. Rodri



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