Homilía: 7mo. Domingo Ordinario C
24 Febrero 2019
Un rey riquísimo, decidió entregar un brillante de valor incalculable, a aquel de sus hijos que hiciera la hazaña más heroica: el primer hijo, el mayor mató un dragón; el segundo hijo derroto a 10 hombres armados; el más pequeño se encontró a su mayor enemigo viviendo en el campo y lo dejó seguir viviendo, ¿a quién premió el rey? (al más pequeño).
Uno muchas veces ve la hazaña en batallas con guerreros completamente armados, pero la hazaña es que tú me perdones la vida; es que tú tengas entrañas de misericordia con aquel que no ha hecho más que fastidiarte la vida, eso si es una hazaña y estamos hechos para cosas grandes, no pequeñas, estamos hechos para hazañas grandes, para hacer cosas extraordinarias; no te contentes con lo ordinario, lo ordinario es querer a quien te quiere, las cosas ordinarias se dejan de hacer por las extraordinarias.
En tiempos de Jesús había una ley, “ojo por ojo y diente por diente” y esa ley aparece como una manera de evitar el ensañamiento, porque si tú me tirabas un diente, yo era capaz de ensañarme y hasta de quitarte la vida; pero esta ley me permitía hacerle al otro, lo mismo que él me había hecho y no más, no podía excederme, de tal manera que en su momento la ley del talión tenía todo su sentido, era una manera para que el hombre no le diera rienda suelta a su instinto de venganza.
Y ahora, esa ley del talión, ya no se trata de una ley de justicia, sino que ha sido superado por la LEY DEL AMOR, de tal modo que, si ahora tú me tumbas un diente, yo seré capaz ¿de qué? De perdonarte…
Hemos pasado de LA JUSTICIA AL PERDON, porque no es tu manera de vestir, tu manera de hablar, tu manera de ser, sino tu CONCIENCIA, la que te hace evolucionar y alcanzar a obrar desde el amor y la misericordia, y más aún, quiere decir que tú eres capaz de tomar las riendas de tus emociones.
Digamos que uno tiene una doble dimensión o lugar de las emociones (es el vientre); ¿dónde tienes usted las tristezas, las emociones, las alegrías, los miedos, las rabias, los enojos? Aquí… es el área visceral, aquí están los instintos, los impulsos, las emociones, aquí; ¿dónde sienten las alegrías? Aquí, y ¿dónde se sientes los sustos? Aquí, por eso el odio enferma, porque todas emociones y todo el estrés termina convirtiéndose en un gran retorcijón, y por eso esta área hay que controlarla.
Si usted es muy visceral, si usted es muy emocional, si usted reacciona sin pensarlo, la consecuencia está aquí…; entonces ¿qué podemos hacer, frente a todas las situaciones de la vida?
Pues que todas las emociones las tenemos que elevar a la segunda dimensión, y esta está en la cabeza, en la mente, es la parte RACIONAL, ante cualquier emoción o desencuentro, esa pelea, o esa discusión, usted no debe reaccionar impulsivamente, lo tiene que llevar al área racional; lo que les estoy diciendo es que antes de reaccionar, piénselo, ¿qué puede hacer? Tómese un vaso con agua, respire profundo, cuente hasta diez, para que lo que les está sugiriendo el área visceral, lo lleve al área racional, no solo lo sienta, sino que lo piense.
Y nos queda un área más: ya no solo piense lo que está sintiendo, sino ELÉVELO a la categoría de lo ESPIRITUAL; si usted hace este ejercicio, le garantizo, si no le funciona, vine y me corta la cabeza. Cuando usted eleva lo que está sintiendo, al área racional y después a lo espiritual; su manera de reaccionar es NULA, y ¿qué pasa?, que usted se queda sin enemigos, porque los enemigos no están fuera, los enemigos son CREACIÓN NUESTRA, y usted vive preocupadísimo, mortificadísimo, enojadísimo, enfadadísimo, mientras que el otro, ni siquiera se da por enterado, y ¿sabe qué es lo que pasa?, que usted puede estar pasando muchas enfermedades, y dirá, por qué soy tan enfermizo, seguramente porque usted todo lo refiere al vientre emocional, porque usted no es capaz de llevarla a la razón y a la espiritualidad: los enemigos no están fuera, son creaciones nuestras, son fruto de nuestra mente.
P. Rodri
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