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LAS HERIDAS PRODUCIDAS POR EL PECADO

Hemos aprendido en este camino espiritual, que para Jesús fue demasiado importante el ser humano y su tarea fue perdonar y sanar, esto significa que el pecado humano produce una herida, que solo Dios, y solamente Él la puede sanar; vamos a pedir en esta noche (en este momento), al Señor Jesús, que sane las heridas producidas por el pecado: esa tristeza, esa angustia, ese agobio, esa depresión, esa amargura que deja el pecado:

Señor Jesús, en esta noche te pedimos, seas tú sanando nuestra vida, de la tristeza, del remordimiento, de la culpa, del resentimiento, de la amargura, de la angustia que ha producido en nosotros el pecado.


Les invito a estar muy atentos a este tema, porque nos permite romper ciertos moldes y crear un paradigma nuevo a cerca de todo lo que vamos a hablar: es mejor un corazón noble que se equivoque, que un corazón duro, intransigente, perfecto, es mejor un corazón noble, ¿por qué? Porque hay personas “que no se equivocan”, entre comillas, porque todos los seres humanos nos equivocamos, o mejor dicho hay personas que creen que no se equivocan y esa creencia los vuelve muy duros, intransigentes, crueles, inamovibles.


PRIMERO: ¿Sabían ustedes que Jesús, fue amigo de pecadores? Una de las mujeres de la que sacó siete demonios, se convirtió en una de sus más fervientes seguidoras; uno de los cobradores de impuestos para el imperio de Roma se convirtió en uno de sus Apóstoles, Mateo; un hombre que estafaba y abusaba de los pobres, lo invitó a su casa y Jesús no se resistió, ¿por qué Jesús es amigo de pecadores? Por dos cosas:

primero porque todos somos pecadores, por eso, y al ser amigo de pecadores es amigo DE TODOS, entonces, que nadie se las de perfecto y santo, porque todos somos pecadores, por fortuna nuestros pensamientos no se ven; por fortuna nuestros deseos no se ven, mis intenciones no se ven, mis inclinaciones no se ven, POR FORTUNA… decimos todos: TODOS SOMOS PECADORES.

Y en segundo lugar, porque él es SANADOR, dice Jesús cuando lo criticaban porque comía con pecadores, no son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos, yo he venido a buscar y a salvar lo que está perdido, porque él es médico.


SEGUNDO punto de reflexión: Para Dios, un pecador no es un culpable, para Dios, un pecador es un crucificado, por eso Dios no está señalando a nadie, porque para él no hay culpable, sólo hay crucificados, ¿por qué? Porque para Dios, el pecado no nos hace culpables, nos crucifica, y ¿cuál es la tarea de Dios? Descrucificar al que está crucificado.

Tengan la seguridad hermanos, que una persona infiel, está crucificada en su pecado; una persona deshonesta, esta crucificada en su deshonestidad; una persona mentirosa está crucificada en su mentira; una persona violadora, está crucificada en su violación, Dios no nos ve como culpables, sino como crucificados y por eso la tarea de Dios no es señalarnos y juzgarnos, sino descrucificarnos. Díganle al Señor en esta noche: Señor, descrucifícame de mis pecados.


TERCERO: el antídoto del pecado es Dios, cuando tú estés muy empecatado, busca a Dios y Dios se encargará de sanar tus heridas, ÉL SANA NUESTRA HERIDAS, porque qué produce el pecado en tu vida, heridas y qué hace Dios, sanar esas heridas. ¿Por qué el pecado hiere, lastima al ser humano? porque no solo lastima, hiere al ser humano, sino que lastima sus relaciones; la envidia qué hace la envidia, hiere, lastima tus relaciones, qué haces los celos, hieren, lastiman tus relaciones, qué hace el egoísmo, qué hace el resentimiento y lastimados, heridos buscamos del Señor que es el médico del cuerpo y del alma.


Escuchen esto, el pecado llevó a la muerte a Jesús de Nazaret, pero no el pecado de él, sino el pecado de los otros, por su envidia, por sus celos, por su arrogancia, y qué hizo Dios, lo RESUCITÓ, hay pecados que nos matan en vida, y eso ustedes lo saben, hay pecados que le quitan a uno la alegría y termina uno tremenda mente triste, pueda que un primer momento, uno esté disfrutando de su pecado, pero después que termina de pecar, uno entra en una devastadora tristeza, en una tremenda depresión, conocida como cruda moral, es decir, en una muerte existencial y lo y lo que hace Dios, cuando el pecado nos ha llevado a la muerte, es resucitarnos, volvernos a la vida, lo mismo que hizo con su Hijo Jesús, alguien diga amén.


CUARTO: hay que ser muy cuidadosos de no estar tan seguros de nosotros mismos, porque podemos caer, porque a uno le pude dar o picar el vicho de la VANIDAD ESPIRITUAL y comenzar a creerse mejor que otros, y creer que no tiene pecado, y yo creo que el más grande pecado es creer que no hay pecado, no, porque todos nos equivocamos, todos, de una o de otra manera, en una o en otra materia, pero todos nos equivocamos; cuidado, no te creas tan bueno ni mejor que los demás, lo único que a nosotros nos sostiene, es la gracia de Dios, digamos al Señor, Señor me basta tu gracia.

Tú sabes Señor, el vendaval, la tormenta que hay en mi mente, en mi corazón, en mis sentidos, pero me basta tu gracia.


QUINTO: hablemos de una cosa bien práctica, el sacramento de la confesión, les digo una cosa muy importante, en la confesión lo menos importante es el pecado tuyo, lo más importante es el sufrimiento que te está produciendo ese pecado, lo más importante es el sufrimiento que Dios te va a ayudar a sanar, porqué en el sacramento de la confesión, los sacerdotes no somos jueces, somos padres y somos enfermeros, por eso los confesionarios no son tribunales, son lugares donde buscamos expresar la paternidad de Dios, por eso también se le llama al confesionario, trono de la misericordia de Dios que sana las heridas que produce el pecado.


Por eso hay que cambiar la fórmula, a nosotros nos enseñan en teoría; por eso hay que cambiar la fórmula, porque cuando usted va al sacramento de la confesión, pide que el absuelvan de sus pecados, pero el sacramento de la reconciliación no es un juicio, donde hay un juez y un abogado, y ellos saben que los que absuelven y condenan son los jueces, pero solamente el juez puede absolverle de su culpa; y usted no va al confesionario como un reo, usted va a la confesión como un herido a buscar en el Señor la salud y la misericordia, ahora sí. Amén. Porque la Misericordia del Señor te sana de las heridas producidas por el pecado. Jesús no fue un confesor, pero si fue un perdonador y un sanador, a Jesús no lo vemos confesando, pero si lo vemos en los Evangelios, escuchando, perdonando, sanando; por eso el sacramento de la reconciliación es el lugar donde experimentamos el perdón, donde somos escuchados y donde el Señor, por su misericordia sana todas nuestras heridas.


SEXTO: hermanos, ¿cuál es, entonces el sacramento sanador y reconciliador por excelencia? ¿el sacramento de la confesión? NO, LA EUCARISTÍA, no hay nada que nos perdone, que nos reconforte, que nos alivie que nos fortalezca más, que la Eucaristía, por eso estamos aquí, bendito sea Dios.

En cada Eucaristía el Señor recibe todas nuestras deudas, nuestras miserias, nuestras heridas, nuestras limitaciones y a cambio nos da su Palabra, su Cuerpo, su Sangre, nos bendice, nos sana, nos restaura y nos libera. Y finalmente


SIETE: cuidado con creerse tan bueno, cuidado con depreciar a los demás porque no lo son, cuidado con PASAR LE FACTURA A DIOS, ¿qué es pasar le factura a Dios, es como decirle, Señor yo como me he manejado tan bien, imposibles, pues, que no me hagas caso; como yo he sido tan buena persona, yo no sé por qué no me escuchas, no le pases factura a Dios, somos nosotros los que le debemos todo a él, porque él para nosotros es misericordia.


En el Evangelio un hombre que le pasa factura a Dios es aquel fariseo que le dice a Dios yo no soy como los demás hombres, yo si hago, yo si pago, yo si cumplo… como si por eso, Dios le quedara debiendo, Dios no nos debe nada, nosotros se lo debemos todo, a él la gloria y la honra por los siglos de los siglos. Amén.

P. Rodri


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