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LA ORACIÓN DE JONAS (2)

(Segunda Parte)

+ Bendito y adorado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar (3).

+ Mi Jesús Sacramentado, mi dulce amor y mi consuelo (3)

+ Espíritu Santo ilumíname y santifícame (3) canto…


Dice la Palabra del Señor en el libro de Jonás cap. 2: “Entonces oró Jonás, al Señor su Dios, desde dentro del pez y dijo: invoqué en mi angustia al Señor y él me oyó, desde el seno de la muerte clamé, y mi voz oíste, Señor, me echaste a lo profundo en medio de los mares y me rodeó la corrientes, todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí, entonces dije: desechado soy de delante de tus ojos, más aún veré tu santo templo, las aguas me rodearon hasta el alma, me rodeó el abismo, el alga se enredó en mi cabeza; descendí a los cimientos de los montes, la tierra echó sus cerrojos ante mi, para siempre, más tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Yavé, Dios mío; cuando mi alma desfallecía, me acordé del Señor y mi oración llegó hasta ti, en tu santo templo. Los que siguen vanidades ilusorias, abandonan la misericordia del Señor, más yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios, pagaré lo que prometí, la Salvación es del Señor, y envió el Señor al pez y vomitó a Jonás, en tierra”. Palabra de Dios.


Ahora entendemos, qué fue lo que sucedió para que el pez, arrojara a Jonás del vientre; JONÁS ORÓ y fue liberado de la muerte y ahora el Señor, quiere hacer lo mismo contigo y conmigo; yo no sé si tú estás en el vientre de la muerte, o porqué tienes miedo, o porqué estás triste, o porqué te sietes sólo(a); o porque estás en el vientre de la muerte, o porque sientes ingratitud, o sientes incomprensión o porqué las cosas no marchan como deberían de marchar, o sientes desesperanza, o no se… si estás saturado de melancolía, de amargura, y hoy el Señor, te va a sacar del vientre de esa melancolía, de esa amargura, de esa tristeza, de ese miedo, de ese pesimismo, de esa desesperanza, de esa situación adversa; pero vas a hacer lo mismo que Jonás, vas a orar y a ceder; vas a hablar al Señor, le vas a decir como en aquel entonces: Te invoco en mi angustia, Señor, óyeme, desde el vientre de la muerte, y dice la Palabra del Dios, que el Señor escuchó el clamor de Jonás, y Jonás le cuenta al Señor lo que está viviendo, le dice mira, mi cabeza está enredada entre algas, todas tus olas pasan sobre mí, me rodea la corriente.


Bueno es contarle eso al Señor, y el Señor en esta noche escuchará tu angustia; que tú le digas, mira, Señor, estoy en el vientre de la muerte, porque hace tantos días, tantos meses, tanto tiempo que no tengo un buen empleo; me rodean las corrientes extrañas, adversas; Señor, estoy en el vientre de la muerte, porque tengo un dolor inmenso por la ruptura, por la pérdida, por la muerte, por la adversidad, por la separación, por el abandono; Señor estoy en el vientre de la muerte porque tengo una desesperanza tremenda, porque ninguna lucecita aparece en medio de tanta oscuridad; Señor en estoy en el vientre de la muerte por la situación de mi pareja, por la situación de mi hijo, de mi hija, por la situación de mi padre, de mi madre, de mi hermano; Señor, estoy en el vientre de la muerte por la enfermedad; Señor yo te pido en esta noche, que me saques, que me liberes de la oscuridad, que me salves de esto que estoy sintiendo, de esto que me está pasando, de esto que está sucediendo.


Desde cuándo no le pides al Señor que te salve. Porque tienes el agua hasta el cuello, los problemas a la orden del día, porque tienes las deudas hasta el cuello, porque estás cansado(a) de esa enfermedad, dile al Señor que te salve, dile al Señor que te saque de esa oscuridad, que te saque de ese sepulcro, que te devuelva la vida, que te resucite, que te haga vivir de nuevo…


El Señor atiende nuestra oración, él escucha nuestra súplica, y una vez que el Señor escucha nuestra oración, recuerda lo que hizo Jonás de decirle a Dios SI, y un SI definitivo; yo te invito a que lo que esté pasando en tu vida o que haya pasado en otro tiempo, más allá de las veces que le dijiste al Señor: NO, no me interesa, no quiero, no sé, que más allá de las escusas que sacaste, hoy sea un SI rotundo, que tú puedas decirle: “Señor, hágase en mí tu voluntad” ¿cómo? Yo no voy a pelear más contigo, diciéndote, porque ya sé que por haberte dicho tantas veces que no, he experimentado el vientre de la muerte: y ahora que has escuchado mi oración y me has vuelto a la vida y me has dado bendición y libertad, yo quiero decirte, SI, SEÑOR, lo que tú quieras, cuando tú quieras, como tú quieras…

P. Rodri



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