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LA ORACIÓN DE JOB

El libro de Job se considera el libro más antiguo de la Biblia, como antiguo es el dolor y sufrimiento de toda la humanidad. Su tema principal es el sufrimiento de un hombre bueno y justo, y este libro nos ofrece mucha enseñanza y sabiduría, para aplicarla a nuestra vida diaria.

Y a pesar de haber sido escrito hace más de 3500 años, sus enseñanzas son maravillosas, para tener en cuenta en este siglo XXI. Job era considerado un hombre íntegro, un siervo de Dios. Job 1:6-12


Lecciones que aprendemos de esta historia de JOB:

A Job le tocó pasar tremendas calamidades, perdió sus bienes, sus servidores, a toda su familia, e incluso sufrió de una herida que le llegaba desde la planta de los pies hasta la cabeza. La explicación es que el “enemigo”, nos tienta por medio de la prueba y el sufrimiento, para hacer renegar y maldecir a Dios.


Dios no prueba a nadie: El texto dice que un día Satanás se presentó ante Dios para hablarle de Job, asegurando que si lo tentaba, Job blasfemaría contra Él. Dios lo permite para fortalecer la fe de Job. Es importante leer esta historia desde una perspectiva espiritual. Dios no juega a las apuestas, no experimenta con nosotros como un niño jugando con hormigas.


Como dice el apóstol Santiago: «Ninguno, cuando sea probado, diga: “Es Dios quien me prueba”; porque Dios ni es probado por el mal ni prueba a nadie» (Santiago 1, 13). Si NO todo tiene explicación, si todo tiene un propósito, ya que todo transcurre para nuestro bien. “Nunca Dios permitiría un mal, si no fuera lo suficientemente poderoso, para sacar de ese mal un bien mayor”.


Todo tiene un ¿por qué? y ¿para qué? Y aunque nos cuesta entenderla, todo tiene sentido dentro de su plan. A Dios no le interesa tu sufrimiento, no se ha ensañado contigo, con tu vida o con tu historia, Dios quiere lo mejor para ti y para mi; lo que sucede es que muchas veces tienes que pasar por un desierto, para poder hacer eso que Él tiene en mente.


Importante es No anestesiar el dolor. Job se sienta en el suelo, rapa su cabeza y se pone ceniza en señal de que no entiende nada, de que pareciera que su duelo no tiene sentido; se sienta a sufrir, a dolerse de sí mismo. En cambio nosotros, intentamos pasar rápidamente de nuestros dolores, y si después de 3 ó 6 meses de duelo, alguien sigue triste, le decimos «anda, ya es tiempo de superarlo», «tienes que ser fuerte, sigue adelante». Cada uno tiene su tiempo y hay que respetarlo.


Abrazar al que llora y llorar con él, en lugar de hacerlo callar, que empape nuestros hombros con sus lágrimas, en vez de ofrecerle un pañuelo. Dolerse con el que sufre, angustiarse con el vulnerado, llenarse la cara y el corazón de la pasión del otro, eso es sentir compasión, que las entrañas propias se retuerzan, no por mero masoquismo, no como penitencia, sino como ejercicio de comunión y solidaridad, con el que sufre. Así es el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Si hasta cuando te pegas en un dedo del pie, todo el cuerpo se retuerce, todo el cuerpo sufre el dolor de un solo dedo. Así debe ser nuestra forma de acompañar.


Job nos enseña a sufrir con dignidad, a vivir el dolor dejándose acompañar, y a no esconder el sufrimiento, a pedir ayuda, y hasta frustrarse cuando no se encuentra respuesta, pero sobre todo aceptando que perder, que enfermarse, que morir, que no tener explicaciones, es terrible y hay que vivirlo, pero no taparlo ni esconderlo.


Confiar en tenemos que ser restaurados: La historia termina en que Dios restaura la vida de Job, viendo que luego de sufrir y aceptar ese sufrimiento, nunca reniega ni maldice. Job forma una nueva familia, mucho más fecunda que la primera, prospera económicamente más que antes, y su fama como hombre bendecido, se extiende por todas partes.


Es decir, que si vives tu sufrimiento como corresponde y sin revelarte a Dios, Él mismo te bendecirá y devolverá incluso más de lo que tenías antes. Si y no. Es decir, esto no es un trueque espiritual, en donde Dios te devuelve más de lo que te había quitado, no. En la economía espiritual de los cristianos, no existe la “meritocracia”; porque todos los méritos son de Jesús, e incluso aun cuando hacemos las cosas bien, no merecemos nada de Dios, y Él nos da todo por amor, no porque seamos buenos o malos. No obstante eso, Dios nos conforta, nos da consuelo, nos acompaña tal, como los Ángeles acompañaron a Jesús en medio de su prueba en el Getsemaní.


Esta oración está basada en la vida de JOB.

La Oración de Job: Dios de misericordia, solo Tú sabes que he intentado hacer bien las cosas, he procurado ser una persona íntegra y recta. Me esfuerzo por apartarme del mal, porque sé que Tú lo ves todo, pero, sin embargo, lo que tenía, se ha ido de mis manos, como el agua se escurre entre los dedos, y ya no lo tengo.


Me han robado, me han engañado; los accidentes destruyen mis posesiones, incluso los desastres naturales me persiguen, solo me llegan malas noticias.


Ahora, además de todo esto, también mi salud se quebranta, y como si fuera poco, mis amigos hablan mal de mí, me acusan y me señalan con el dedo, como si yo fuera un horrible pecador, y no lo soy. Otros me aconsejan, me dicen qué hacer para mejorar, pero no hay sabiduría en sus palabras, solo vanas estrategias humanas. Esta derrota y fracaso financiero, me han inducido a maldecir el día de mi nacimiento…

Pero te pido perdón por eso Señor, porque sé que me creaste con un propósito perfecto, pero ahora mi vista se nubla, y no puedo ver tu voluntad, revélame hoy tu salvación para mi vida Señor.


Hazme entender qué, cómo y cuándo debo hacer las cosas, no quiero vivir con temores, al contrario, hoy quiero ser libre para prosperar, quiero ser libre para exaltar tu Nombre a través de mi vida. Yo sé que Tú lo puedes todo, por eso clamo a Ti y no a hombres, te invoco a Ti y no a las personas.


Antes, en mi soberbia, hablé cosas sin sentido, en mi desesperación, hablé cosas que yo no entendía; pero ahora me arrepiento de todo, me arrepiento de la soberbia, me arrepiento de mi vana gloria, de mi entendimiento, y de mi juicio.


Por eso te pido: Guíame, sálvame, enséñame, perdóname, restáurame, prospérame. Señor, si oyes mi oración, entonces me comprometo contigo a obedecer tu guía, haré lo que Tú me pidas hacer, quiero que se corte de mi vida la miseria, la pobreza, el fracaso, las ideas de suicidio, la muerte y la enfermedad; conforta mi alma y consuela mi corazón, por todo el mal que he sufrido.


Dios mío, bendice mi futuro a partir de este momento, que tu sobreabundancia oculte en el pasado todo el retroceso financiero que sufrí; que tu mano de bendición me permita multiplicar al doble todo lo que yo emprenda según tu voluntad, sea tu favor sobre mí, para que algún día pueda yo dejar herencia para mis hijos.


Sea tu bendición sobre mí para que pueda yo contar a otros de cuán grande y misericordioso es Dios; Sea tu prosperidad sobre mí, para que mi amada familia y mis amigos decidan humillarse ante Ti, que otros oigan mi testimonio, y que también ellos decidan obedecer tu voz y exaltarte. Que se sometan a ti, así como yo lo hago a partir de hoy. En el nombre de Jesús, amén.

P. Rodri




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