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LA ORACIÓN DE ANA

Vamos a tener en esta noche un encuentro personal con Jesús, muchas personas tuvieron el encuentro personal con el Señor Jesús, la Samaritana tuvo un encuentro personal con el Señor y en ese encuentro El le desnudó su vida entera; es cierto que no tienes marido y con los cinco hombres que has vivido no son tus maridos; tuvo un encuentro personal con Zaqueo y despertó en Zaqueo el deseo de una vida nueva, Zaqueo baja del árbol que hoy quiero quedar en tu casa, Zaqueo recibió a Jesús en su casa y después de cenar con El, decidió compartir sus bienes; tuvo un encuentro personal con la mujer adúltera, la que estaban a punto de apedrear, ahora una mujer nueva para Dios.


Yo te invito esta noche a que tengas un encuentro personal con Jesús, ya sea que Jesús desnude tu alma; ya sea que Jesús te motive a cambiar de vida; ya sea que Jesús te libre de ser apedreado, y hoy comience para ti una vida nueva.


Dile al Señor que tú lo quieres experimentar sentimental, emocionalmente, en esta noche, que tú necesitas que el defienda tu causa, consuele tu tristeza; que tú esta noche te dejes abrazar por el amar por el… Yo espero en ti, Señor, y espero con el corazón, no quiero hacer con la mente, yo lo quiero hacer en esta noche con el corazón; yo me quiero ir de este lugar calzado, espiritual, emocional y sentimentalmente. Yo quiero, Señor, que este encuentro personal contigo me sane todas las áreas de mi vida, mentales y sentimentales, todas

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Dios escucha y contesta nuestra oración, como lo hizo con Abraham, con Moisés, con Josué y en esta noche vamos a recibir el modelo de la oración de Ana, la madre de Samuel, y yo quiero que escuches atentamente esto, porque tiene demasiados secretos, es decir, hay una gran revelación para ti, en esta noche a partir de esta Palabra que vas a escuchar: “Había un hombre de Ramatáim, de la región montañosa de Efraín que se llamaba ELCANA y tenía dos mujeres, una de ellas se llamaba ANA y la otra se llamaba Penina, de Penina tenía dos hijos, pero de Ana, ninguno; este hombre subía de su ciudad, todos los años para adorar y ofrecer sacrificios al Señor de los ejércitos en Silo, cuando llegaba el día en que Elcana para ofrecer los sacrificios, daba porciones a Penina su mujer y a todos sus hijos e hijas, pero a Ana le daba una doble porción, pues aunque no le había dado hijos, la amaba sobremanera, mientras que Penina la provocaba amargamente para irritarla, porque el Señor no le daba hijos, esto sucedía año tras año, siempre que ella subía a la casa del Señor, siempre la otra la provocaba y ella lloraba y no comía; entonces Elcana su marido le dijo, Ana, ¿por qué lloras y no comes?, ¿por qué está triste tu corazón? ¿no soy yo, mejor para ti, que diez hijos? Pero Ana se levantó después de haber comido y bebido en Silo.


Y mientras el sacerdote Elí, estaba sentado en la silla, junto al poste del templo del Señor, ella muy angustiada, oraba al Señor y lloraba amargamente e hizo voto y dijo: “Oh, Señor de los ejércitos, si tú te dignas mirar la aflicción de tu sierva, y se acuerdas de mi, no te olvides de tu sierva y me das un hijo, yo te ofreceré y dedicaré, a ti, para todos los días de su vida, nunca pasará navaja sobre su cabeza y mientras ella continuaba en oración, delante del Señor, el sacerdote Elí te estaba observando la boca, pero Ana hablaba en su corazón, sólo sus labios se movían, Ana hablaba en su corazón, solo sus labios se movían y su voz no se oía, le estaba hablando al Señor desde el corazón, Elí pensó que estaba ebria; entonces Eli le dijo, hasta cuándo estarás embriagada, aleja de ti el vino; pero Ana le respondió, no, no Señor, soy un mujer angustiada no he bebido vino ni licor sino que he derramado mi alma delante del Señor, no tengas a tu sierva por mujer indigna, porque hasta ahora, he orado a causa de mi congoja y aflicción. Respondió Eli y dijo: ve en paz y que el Dios de Israel te conceda la petición que le has hecho y Ana dijo: halle tu sierva, gracia ante tus ojos, y la mujer se puso en camino, comió y ya no estaba triste su semblante y muy pronto, Ana tuvo un hijo y le puso por nombre SAMUEL, diciendo: porque se lo he pedido al Señor y el Señor me lo ha concedido”. Palabra de Dios.


¿Dónde están los secretos de esta oración contestada? Mira, escucha esto: Ana es humillada por Penina, la segunda mujer de Elcana, pero aquí hay un secreto maravilloso en la oración, Ana no se pone a pelear con Penina, ella sabe que el problema no es la segunda mujer de su esposo, ella no gasta ni sus fuerzas, ni su energía, ni su tiempo, peleando con su adversario que es Penina, quien la humilla; ella sabe dónde tiene que invertir su tiempo, su recurso, sus fuerzas, ella lo sabe, y yo te quiero decir en esta noche de oración, no te pongas a pelear con quien crees que es tu adversario, no lo es, no te desgastes peleando con quien te humilla, no es allí donde te tienes que desgastar, no es allí donde te tienes que derramar, no es allí, donde te tienes que desgastar en oración, ES DELANTE DEL SEÑOR y eso es lo que hace Ana y está en el Templo presentándole al Señor su aflicción y su angustia… Ahora tú, que has venido a acá, derrámate delante del Señor, gástate y desgástate delante de Él y dile: Señor, éste es mi problema, esta es mi situación yo no tengo que pelear con nada ni con nadie, yo tengo que entregarte a ti lo que me está pasando; eres tú el único que le puedes dar solución a mi problema, eres tú el único que me puedes dar la fuerza para luchar y vencer, eres tú el único que me puedes dar alcance, eres tú el que abres nuevas puertas y creas nuevos camino para mí: Amén.


Así es que te dejo en silencio para que hagas ese ejercicio, derrámate delante del Señor, ora al señor con lágrimas en tus ojos, que las lágrimas se conviertan en fecundidad y oportunidad nueva para tu vida

Elí creyó que Ana estaba embriagada, porque no se oída lo que decía, solo se vía mover sus labios, pero ella estaba allí delante del Señor, con todo el corazón; Ana hablaba en su corazón con el Señor, ahora tú háblale al Señor desde tu corazón, que no sean tus palabras, sino tu corazón el que le esté hablando en esta noche al Señor, desde tus entrañas, desde tu sentimiento, derrámate delante del Señor, preséntale tu preocupación, cuéntale tu acongoja y tu aflicción.


Ahora, lo que tú le está pidiendo al Señor, se lo vas a poner a su servicio, fue algo muy bonito de Ana, porque ella le pidió al Señor un hijo, y ese hijo lo ofreció y lo puso al servicio del Señor, y Samuel se convirtió en un profeta para el pueblo; así también lo que tú estás clamando, lo pongas al servicio del Señor…


Y ahora, como el sacerdote Elí, te digo, ve en paz y que el Dios del cielo y de la tierra, te conceda la petición que le has hecho, amén, amén, amén.

P. Rodri



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