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LA ORACIÓN DE ABRAHAM

Vamos a comenzar hoy, un ciclo de oración, que los he titulado LOS SECERTOS BIBLICOS DE LA ORACIÓN, y la idea es que aprendamos estos secretos bíblicos para orar, y lo haremos a través de personajes bíblicos y comenzaremos obviamente, por ABRAHAM, y seguiremos avanzando cada Jueves con personaje nuevo, según el orden de la escritura; ¿Cómo oraron los personajes bíblicos? ¿Cuál era su secreto? ¿por qué fueron escuchados y por qué su oración fue contestada?


Este es el ciclo de oración, que nos llevará algunas semanas, o jueves, porque es un ciclo largo; pero además de conocer los secretos bíblicos de la oración, tendremos la oportunidad de refrescar los diferentes personajes que iremos encontrado en la escritura y que cada uno ustedes irán personificando: en tu vida hay un Abraham, un Moisés, un Jacob, un Isaac, es decir en tu vida están todos los personajes bíblicos, hasta el punto que pudiéramos decir que uno tiene la Biblia dentro, todos los personajes están allí, está la Magdalena, está Pedro, está Pablo, está Juan, están todos los personajes de la Biblia en tu corazón, solo que uno pone en escena a determinado personaje; es decir, que según las circunstancia, uno se parece a cada uno de ellos; lo importante es que pongamos en escena a los personajes que le apuestan al amor, los personajes que se dejan cautivar por el Señor, los personajes que tuvieron una experiencia fuerte y profunda de Dios.


Quiero presentarte en esta noche el modelo de oración de ABRAHAM; y lo primero que quiero decirles es que Abraham ESCUCHA A DIOS, no le habla a Dios, y puede ser un buen modelo, y de echo lo es, que tú escuches a Dios, Él te habla, común mente pasa que al contrario, que tú y yo le hablamos y que al final dejamos un momento para escucharle, pero ni siquiera le escuchamos; pero la oración es un diálogo, Dios habla, tú escuchas; Tú hablas, Dios escucha, y esto fue precisamente lo que sucedió, dice el libro del Génesis: “Después de estas cosas, la Palabra del Señor vino a Abraham, diciendo: no temas Abraham, yo soy un escudo para ti, tu recompensa será muy grande.


Ahora, si Dios le está diciendo esto a Abraham, Abraham le está escuchando, y lo que Dios le está diciendo es demasiado comprometedor. Dios se compromete con Abraham; no es Abraham el que se compromete con Dios en esta ocasión, es Dios el que le da su Palabra, cuando le dice: "NO TEMAS ABRAHAM, YO SOY UN ESCUDO PARA TI, TU RECOMPESA SERÁ MUY GRANDE; Y Abraham respondió, oh, Señor Dios, qué me darás, puesto que yo estoy sin hijos, y el heredero de mi casa es ELIESER de Damasco, mi criado, y repuso Abraham, he aquí, no me has dado descendencia, cuando uno de mi casa tendría que ser mi heredero, pero he aquí que la Palabra del Señor, vino a Abraham, diciendo: tu heredero no será ELIESER, de Damasco, sino, uno que saldrá de tus entrañas Él será tu heredero, Dios llevo fuera a Abraham y le dijo, ahora mira al cielo y cuenta las estrellas, si es posible contarlas, así será tu descendencia y Abraham creyó en el Señor, y el Señor se lo reconoció por justicia". P. D.


Usa este modelo de oración, úsalo ya, en este momento, cierra tus ojos, calla tus labios, afina tus oídos, abre tu corazón y deja que el Señor te hable, y hará para ti cosas grandiosas, más grandes de las que tú te imaginas.


Trae a la memoria la Palabra del Señor, la que tú quieras, trae la Palabra del Señor a tu corazón, la que tú quieras, puede ser un salmo, o puede ser un texto del A.T., o del N.T., lo que tú quieras. A mí me gusta esta Palabra: No tengas miedo, yo estaré contigo en todas tus empresas, estaré donde tú estés, he iré donde tú vayas, porque yo soy el Señor tu Dios y lo juro por siempre…


Y tu le puedes responder al Señor, a partir de allí, dile lo que quieras, dile que tú aceptas esa palabra como juramento de Él, Abraham hablándole a Dios desde su pobres y Dios hablando a Abraham desde su riqueza y así como se la contó Abraham y espera respuesta del Señor que él te hablara, como respuesta de lo mucho que tiene para ti, de la riqueza con la que puede colmarte.


“El Señor le dijo a Abraham, yo soy tu escudo, yo soy tu Dios, no tengas miedo, y después de escuchar esas palabras del Señor, Abraham inmediatamente pone delante del Señor su necesidad: no tengo herederos, solo Elieser el de Damasco, mi criado, pero ¿Cómo va ser que él sea mi heredero?, Abraham hablando de su necesidad, y Dios respondiendo abundantemente a esa necesidad, te daré un hijo de tus entrañas, ve y mira el cielo, si puedes contar las estrellas cuéntales, así será tu descendencia”; por una razón muy simple, porque el Señor no se deja vencer en generosidad, así que en este momento, escucha al Señor, luego presenta tu necesidad, y disponte nuevamente a escuchar la incontenible riqueza que él te quiere dar.


Tú yo no somos enriquecidos por nuestros méritos, él es el que nos enriquece, tú le cuentas al Señor tu necesidad, después de haber escuchado que el tu escudo tu verdad, y disponte desde ya a recibir la incontenible riqueza, de parte de él, sabes por qué, porque tú eres su hijo, no pongas o, obstáculos, no te niegues a esta posibilidad, no cierres la puerta a la fe, confía en el Señor y declara que tú les has contado a él tu necesidad, y que él te ha contado a ti lo mucho que puede darte a través de su respuesta en oración.

Escucha esto, el milagro no es el milagro, el milagro es creer y esperar el milagro, significa que el milagro ya es un hecho, porque tú crees, esperas en el Señor, no olvides nunca esto que te estoy diciendo en oración, el milagro no es el milagro, el milagro es creer y esperar el milagro, porque dios realiza sus mejores obras y sus maravillas en tu corazón y en mi corazón.


Te dejo a solas con el Señor, por si quieres escucharlo, lo que tú tienes que decir es poco, lo que dios tiene que decirte es mucho, es algo muy raro, lo que tú tienes que decir es desde tu pobreza, lo que Dios te tiene que decirte es desde su riqueza, por eso nos ajustamos a este modelo de oración de Abraham, Abraham escucha a Dios y luego se queja delante de él, y luego lo vuelve a escuchar, y lo que él dice es Yo soy el Señor tu Dios, no temas, yo soy escudo para ti, tu recompensa será muy grande y luego le dice, te daré una descendencia como las estrellas del cielo, ni siquiera los podrás contar, a veces uno se queda con su discurso que es pobre, y no deja que Dios hable, que tiene una riqueza incontenible para darte; yo quiero invitarte a que a partir de este modelo de oración, tengas momentos con el Señor, donde tú le escuches a Él sus promesas, sus riquezas y sus maravillas; luego tú le cuentes a él tu pobreza, tu necesidad y finalmente te dispongas a recibir, lo mucho que Él te quiere dar. Dile al Señor: Señor he venido a hablar contigo, para recibir tus promesas, para creer en tus promesas y para esperar tus promesas.


Dios llama a Abraham, y mira la manera como responde: aquí me tienes, que bueno que nosotros también, cuando nos sintamos llamados a algo, y no porque los llamados sean tan explícitos como lo revela el texto sagrado, si hay una intuición, un corazón, en tu corazón un anhelo en bondad y amor que no cesa, hazle caso; como también le hacemos caso a algo que nos puede estar incomodando, creo que a muchos de nosotros nos pasa, cuando estamos haciendo algo que no es del agrado de Dios, eso nos incomoda, háganle caso a esa incomodidad, háganle caso, no es casual no es fortuita esa incomodidad que usted está sintiendo, no lo es, hágale caso; usted comienza con una intuición, con una idea, con un pensamiento, con un anhelo en ayudarle a alguien, hágale caso a eso, es un llamado del Señor, así trabaja Dios, pone en nuestro corazón anhelos o incomodidades.


Si a ti te está incomodando algo, ¿Por qué lo sigues haciendo? No lo hagas, ya allí hay un llamado, ni tampoco tienes que ir al sacerdote a que te diga si lo puedes o no hacer, el hecho de que ya te esté incomodando ya es un signo de que Dios te está hablando, no lo hagas, hazle caso a esa intuición. Aquí me tienes, dice Abraham, significa que está atento a la voz de Dios, no está distraído, lo llaman, e inmediatamente responde AQUÍ ME TIENES, y ahora el Señor le va a pedir que tome a su hijo único y al que quiere, cuando Dios le dice a Abraham, al hijo, le está tocando las entrañas, no le está diciendo dame al vecino, al forastero, no, se está metiendo con sus entrañas, y cuando Dios se mete con las entrañas de una persona es porque le está tocando lo más entrañable, de allí viene entrañable, de entrañas, por eso le dice, a tu hijo único al que quieres, ese es el pedido que Dios está haciendo a Abraham.


Vete al País de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio, en uno de los montes que yo te indicaré. Pensemos en Abraham, ya viejo, finalmente puede tener un hijo, con Sara, llamado ISAAC, este hijo es el garante de la promesa, supuestamente, es lo que garantiza la promesa, supuestamente, porque yo ya soy viejo, mi mujer es estéril, finalmente me lo das y ahora me lo vas a reclamar.

Miren, desde la lógica huma, eso no tiene ninguna presentación, ninguna, y de paso aprovecho para decirles que hay muchas cosas en nuestra vida, que nos pide Dios y que desde la lógica humana, no tiene ninguna presentación, ninguna, pero por qué el Señor me está pidiendo eso, pues si te lo está pidiendo es porque tú lo puedes dar, porque él no te va a pedir nada que tú no seas capaz de dar, si te pide algo es porque puedes darlo; lo cierto es que para usted y para mí, es muy fácil dar lo que tenemos presupuestado, lo que se vuelve difícil y complejo es dar lo que no está en el presupuesto, eso es lo difícil, pero déjame decirte que el Señor no te va a pedir lo que esté en tu presupuesto, el Señor te va a pedir lo que NO esta en tu presupuesto, así trabaja Él.


Lo voy a decir de otra manera, el Señor no te va a pedir lo que tú estás dispuesto a dar, sino lo que no estas dispuesto a dar, pero por qué, por una razón muy simple, porque así como tú crees en Dios, Dios cree en ti; y así como tu crees en la generosidad de Dios, Dios cree en tu generosidad, porque qué tal que Dios NO creyera en tu generosidad, pero Dios cree en tu generosidad, y por eso se atreve a pedirte lo no estás dispuesto a dar, pero es allí donde está la prueba, y es un a prueba de amor, es una prueba de fe y es una prueba de obediencia.


Pues bien, Abraham madruga, toma al niño, empaca la leña, va al monte y a punto de sacrificarlo, escucha la voz del Ángel que le dice a Abraham, no le hagas daño al niño, porque yo solo quería saber hasta dónde llegaba tu obediencia, yo no quiero sacrificios, yo quiero obediencia. Realmente Dios no quiere el sacrificio de Isaac, no lo quiere, porque eso está muy claro, Dios no quiere sacrificios humanos, pero si quiere nuestra obediencia, y la obediencia que sea capaz de llegar hasta las últimas consecuencias.


Quiero preguntarte, ¿Quién sería ese hijo único, que amas, que NO estarías dispuesto a entregar? ¿Qué es eso que tanto te reservas? que dices, todo con compadre, menos con comadre, yo soy capaz de esto, pero hasta aquí, y todos le ponemos límites a la generosidad, siempre hay algo que tú te reservas, que tu no estás dispuesto a negociar, hay algo que no estas dispuesto a dar, hay algo que la vida te pide y tú no tienes ni la más mínima disposición de entregar, nos pasa a todos; y probablemente eso, que no estaríamos dispuestos a dar es lo que el Señor nos pide.


Voy a poner un ejemplo: yo muy querido, o muy querida por Dios, me levanto muy temprano para ir al templo a ayudar, para la peregrinación, o para evangelizar, pero yo no estoy dispuesto a renunciar a esa relación que Dios sabe que me hace mucho mal…; con eso que es mi hijo único a quien quiero, en eso que Dios no se meta. O yo ayudo mucho, soy muy generoso, me gusta tender la mano, pero yo ese negocio sucio, no estoy dispuesto a dejarlo, es mas de ese negocio sucio, es que le ayudo a la gente, todo menos dejar ese negocio sucio. Eso que es importante para ti, que se puede convertir en el garante de tu vida, en garante de tu subsistencia, eso es lo que el Señor te pide, y te lo pide para que se pueda comprobar algo, el garante de tu subsistencia no es eso, el garante de tu subsistencia es el Señor.


Lo mismo, el garante de la promesa no es Isaac, el garante de la promesa es el mismo que hizo la promesa, es el Señor, significa que Abraham tiene una confianza absoluta y es capaz de renunciar a cualquier cosa, porque sabe que quien lo lleva, es el Señor. Ustedes y yo que hemos elegido este camino, no nos podemos reservar nada, porque cualquier cosa nos puede pedir el Señor; y si nos pide cualquier cosa, tenemos que estar dispuestos a darla para que quede claro que Él es el Señor y Rey de la Gloria y que por encima de Él, nada ni nadie. Eso es lo que pasa con Abraham, por eso es llamado el Padre de la Fe, porque él no ha puesto su confianza en el hijo de la promesa, sino en aquel que hizo la promesa, por favor no confíes en nadie, no hay ninguna razón de negociar la presencia de Dios en tu vida; por eso va a donde Dios lo envía, porque sabe siempre Dios está con él.

P. Rodri



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