EL VINO EN LAS BODAS DE CANÁ
Una de las riquezas de las palabras o términos que escuchamos en la Palabra de Dios, tienen toda una historia, todo un recorrido y todo un simbolismo; aquí por ejemplo, cuando a uno le hablan de AGUA uno fácilmente puede relacionarlas con los diferentes usos que podemos darle: para asearnos, para regar las plantar, para cocinar, para calmar la sed, etc.
Seguramente para gente de la Biblia tendría también otras interpretaciones, por ejemplo, el mar embravecido, imposible de gobernar, pero también con una gran certeza, que el único que gobierna el mar es Dios.
Pues algo parecido sucede con el VINO, vamos haciendo un pequeño recorrido por algunos pasajes de la Biblia, para descubrir la importancia de ese líquido, que el día de hoy tiene el protagonismo en el Evangelio que acabamos de escuchar, me parece que la primera vez que aparece el vino es en el libro del Génesis, cuando un hombre llamado NOE, a quien seguramente recordamos por el Arca, después de que pasó todo aquello del diluvio, siembra unas vides y cosecha el fruto respectivo que es la uva; y al tomar en exceso del fruto fermentado de la uva, resulta emborrachándose, ese es como el primer encuentro entre la humanidad y el vino, según la Biblia.
Pero luego el vino tiene otras apariciones, a veces dramáticas, otras veces como graciosas y otras muy cotidiana. Hay una frase en el salmo que describe algo así como el lugar ideal del vino, en la cultura de ese tiempo, hablando de tantos dones que Dios nos regala dice que Dios nos da aceite que cuida nuestro rostro y vino que alegra nuestro corazón; entonces hay dos asociaciones que encontramos entre el vino y su consumo según la Biblia.
El vino por una parte entraña un peligro que es la HEBRIEDAD y que lleva al ridículo como le pasó a Noe, la ebriedad, el exceso de vino produce también la desvergüenza y lleva al pecado; por otro lado, una sana medida de vino no es condenada por la Biblia, es importante decirlo, porque hay algunos grupos cristianos que quieren presentar el consumo de alcohol como pecaminoso en si mismo y lo mismo piensan los musulmanes que todo consumo de alcohol incluyendo por ejemplo la cerveza, es perverso y lo que realmente nos muestra la Biblia es distinto, porque dice que el consumo de vino, en su medida, puede traer alegría y esa alegría no es condenable por la Biblia, sino que más bien es un regalo que viene de parte de Dios, pero con sabia medida…
Una perspectiva distinta de esto del vino, aparece en el libro del Profeta Isaías, cuando se habla de los trabajos que implica producir el vino, entre otras cosas, el proceso es cultivar la viña, desde preparar el terreno, abono, paciencia y cuando ya está el fruto, todavía no está el vino, hay que machacar las uvas, eso se hace en un lugar aparte que se llama EL AGAR, se machacan y se saca el jugo de la uva y ese jugo de la uva hay que saberlo fermentar, que esté en su punto exacto de fermentación para poder producir el vino; es todo un proceso, toda una tarea en esto de producir el vino
Y el profeta Isaías hace un comparación diciendo que Dios es el que ha hecho esto con su pueblo; es decir, que así como un viñador se esfuerza y tiene paciencia y tiene que hacer muchas tareas para lograr finalmente el vino, así también Dios se ha esforzado y ha tenido paciencia, que ha cultivado su viña y la viña de Dios es su pueblo y el fruto que Dios espera, es un fruto agradable y delicioso, pero Isaías se queja, diciendo que el fruto que está dando el pueblo no es un fruto rico, delicioso, sino más bien amargo; esa viña de Dios que a pesar de todos los cuidados no ha dado bueno racimos, sino que ha dado lo que se llaman AGRASES, es decir un fruto que es amargo y es desagradable.
Esta comparación de la viña, luego tiene su prolongación en el cap15 de San Juan, donde Jesús mismo dice que ÉL ES LA VIDAD, “Yo soy la vid verdadera” como condensando en si mismo toda la historia del pueblo de Dios y dice que su Padre celestial es también nuestro padre es el viñador, está tomando de alguna manera la comparación de Isaías, está llevando la comparación a un nuevo nivel diciéndonos que El es la viña, y esa vid que es Cristo va a dar el fruto precioso y esta vid que es Cristo es la vid, a la cual nosotros tenemos que unirnos, por eso dice, yo soy la vid y ustedes son mis ramas, mis sarmientos; y dice que si ustedes se separan de mí, pierden su capacidad de dar fruto porque yo quiero que ustedes den buen fruto.
Esa es la misma comparación con Isaías, dar buen fruto Jn 15 en el contexto de la última cena y esto es impresionante, porque cuando se pregunta es que se le saca el jugo a la vid, hay que estrujarla en el lagar, y el lagar cuál es, si Cristo es la vid, el lagar es la PASION, en donde Cristo fue machacado, donde Cristo fue triturado y entonces, la sangre de la uva, queda reemplazada por la sangre del COREDERO y esa sangre del cordero es la sangre de la nueva alianza grata a Dios, porque ha sido grata a Dios, porque ha sido ofrecida como donación de amor y la bebida que precisamente nosotros recibimos en la Eucaristía.
Cada vez que celebramos la Santa Misa, estamos conectando con este tema profundísimo con este tema bíblico, tan hondo y tan bello; porque lo que nosotros estamos comulgando es el fruto de la pasión de Cristo, que salió del lagar de Cristo, es el fruto machacado por el dolor, pero sobre todo ofrecido por el amor y esto tiene un tremendo sentido para nosotros.
Entonces, resumiendo, el vino es una invitación a la moderación y a la sabiduría para llegar a la verdadera alegría, esa es la primera parte; el vino es también el cuidado que Dios ha tenido con su pueblo que somos nosotros; y el vino perfecto es el que Cristo nos da a través de su propio sacrificio y que es el que recibimos en la Sagrada Eucaristía.
Con todo ese contexto que significa el vino, vayamos por un momento al pasaje de hoy y descubramos el riquísimo simbolismo que tiene el que Cristo haya convertido AGUA en VINO; el ambiente es de fiesta, porque se trata de una boda, pero se acaba el vino en esa fiesta, según lo hemos explicado, haciendo esta lectura ALEGÓRICA, tendremos que ver en esa escases de vino lo que tantas veces pasa en la vida humana: se acaba el vino, cuando se acaba la alegría; se acaba el vino, cuando se acaba la posibilidad de comunión, la posibilidad de encuentro; yo pienso como sacerdote, por ejemplo en tantas vidas a las que se les ha acabado el vino en ese sentido metafórico, simbólico, tan bello; se le a acabado el vino a la persona que no le encuentra sentido a la vida, no le encuentra sabor a su vida, no sabe ni por qué esta en esta mundo ni siquiera si tiene sentido aguardar la muerte.
Se ha acabado el vino, también en aquellas parejas que en otra época se quisieron mucho y se emocionaban de encontrarse, pero luego se han acostumbrado el uno al otro, que cada uno se volvió paisaje para el otro y ya no tienen una alegría particular de decirse cosas bonitas, ni de acompañarse, ni de celebrarse, ni de valorar el amor que Dios les ha dado; se acaba el vino también en las vocaciones religiosas y sacerdotales.
Y es hermoso pensar que cuando se acaba ese vino hay alguien que está atento, y ese alguien en ese pasaje es María, como buena mujer, como buena mamá, es detallista, se da cuenta de lo que está sucediendo y quiere ser parte de la solución, no quiere protagonismos, quiere soluciones; no quiere aplauso, quiere solución; no quiere reconocimiento ni primer puesto, quiere solución porque su vocación es dar vida plena; y esta bendita mujer, reconoce la necesidad y pone en contacto al necesitado con quien puede calmar esa necesidad que no es otro, sino Cisito y es bueno pensar que cuando nosotros llegamos a esas situaciones en que la vida nos parece sin fruto.
Invitación final, si se te ha acabado el vino porque falta la alegría, porque falta el motor, porque falta la comunión, porque falta un sentido, esta puede ser la oportunidad para volvernos a María y a Jesús y encontrar ese vino, que atención, según la Biblia, ES EL MEJOR VINO… Así sea.
P. Rodri
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