Vigilia Pascual 2021
Marcos 16,1-7
Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: "¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?" Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y se asustaron. Él les dijo: "No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron. Ahora id a decir a sus discípulos y a Pedro: Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo." P.D.
En un primer momento, y bajo signos teofanía, Dios se manifestado a través de sus Ángeles, para que, lo que hasta ese momento, para los discípulos sólo era tristeza, dolor, angustia y muerte; el ángel hizo rodar la piedra y se sentó sobre ella, quiere decir que sólo Dios puede cambiar las cosas, solo él puede quitar la piedra y se sienta sobre ella para darnos a entender que de ahora en adelante la muerte no tiene más poder sobre nosotros.
Dejemos que Dios quite la roca de aquello que encubren nuestros pecados, y que son signos de muerte en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro trabajo y en nuestra sociedad. Dejemos que Dios se siente sobre aquello que no deja que la luz esplendorosa de la resurrección, ilumine nuestra tristeza, nuestro dolor y nuestros miedos.
Y en un segundo momento, el Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: “No teman. Ya sé que buscan a Jesús, el crucificado. No está aquí ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver e lugar donde lo habían puesto. Y ahora vayan a decir a sus discípulos: Ha resucitado e irá delante de ustedes a Galilea”.
Hoy, como María Magdalena y la otra María, estamos llamados a ir decirles a todos sus discípulos que vayan a Galilea; porque resulta que después de la muerte de Jesús, los discípulos se dispersaron; su fe se desvaneció, todo había terminado, se derrumbadas sus esperanzas; pero entonces, aquel anuncio de las mujeres, aunque era difícil de creer, fue como un rayo de luz en la oscuridad. La noticia se difundió: Jesús ha resucitado, como había dicho; y también el mandato de ir a Galilea; las mujeres lo habían oído dos veces, primero del ángel, después el mismo Jesús: «Que vayan a Galilea; allí me verán».
¿Y por qué Galilea? Galilea es el lugar de la primera llamada, donde empezó todo; volver allí, es volver al lugar del primer encuentro. Jesús pasó por la orilla del lago de Galilea, mientras los pescadores estaban arreglando las redes, los llamó, y ellos lo dejaron todo, y lo siguieron.
Volver a Galilea quiere decir releer todo: Volver a Galilea significa sobre todo volver allí, a ese punto incandescente en que la gracia de Dios me tocó, al comienzo del camino.
También para cada uno de nosotros hay una «Galilea», que es en el comienzo del camino con Jesús. «Ir a Galilea» tiene un significado muy profundo, significa retomar nuestro bautismo como fuente de vida, sacar nuevas fuerzas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana.
En la vida de todo cristiano, hay una «Galilea»: es la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, que me ha llamado a seguirlo y participar en su misión. En este sentido, volver a Galilea significa trasladar de la memoria, al corazón, es ese recuerdo vivo de aquella primera llamada, cuando Jesús pasó por el camino de mi vida, me miró con misericordia y me pidió de seguirlo; volver a Galilea es recuperar la memoria de aquel primer momento, en el que sus ojos se cruzaron con los míos, el momento en que me hizo sentir que me amaba.
¿Cuál es mi Galilea? Si la has olvidado, dile al Señor: ayúdame, dime cuál es mi Galilea; yo quiero volver allí para encontrarte y dejarme abrazar por tu misericordia. Pero todo depende del cristal con que se vea, porque miren: en los soldados. Ese momento provocó en ellos miedo y casi la muerte; mientras que en las mujeres, provocó miedo pero también mucha alegría, porque ellas tenían fe y amor al Resucitado, y los otros, solo sentían apatía e indiferencia.
El mensaje del Evangelio, esta noche, es muy claro: es necesario volver a Galilea, para ver a Jesús Resucitado, y convertirse en testigos de su resurrección, porque una cosa es SER TESTIGOS y otra DAR TESTIMONIO. Ser testigos implica ver, oír, tocar, estar seguros, y dar testimonio significa afirmar con seguridad lo que se ha conocido, sostenerlo, defenderlo. Entonces ellos fueron testigos y dieron testimonio de Jesús, de su predicación, de su servicio, de su muerte y Resurrección.
¡Pongámonos en camino! Felices Pascuas
P. Rodri
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