EL VALOR DE UNA BENDICIÓN

La navidad y la llegada del año nuevo, tienen un carácter familiar, hay personas que viajan largadas distancias con el único propósito de encontrarse con sus seres queridos, esto debería de ser motivo de júbilo en todas partes, pero resulta que hay un fenómeno que se está presentando y que para muchos, estas fechas son difíciles por diferentes razones, por ejemplo, son difíciles porque recuerdan a seres queridos que han fallecido, o son difíciles, porque no se alcanza a reunir toda la familia, falta alguien, es difícil porque comparan otras navidades o años nuevos, a diferencia con lo que están viviendo que es pálido o sombrío en comparación con lo que antes tenían; o para otros son difíciles, porque de pronto recuerdan momentos bellos de la infancia, pero ahora de adultos, no encuentran de qué ilusionarse que despierte su ilusión o hasta cierto punto la fantasía, como cuando éramos niños, el regocijo de esperar algún regalo, pero cuando ya nos volvemos adultos es más una carga que otra cosa, porque podemos tener una especie de angustia de ver ahora qué le compro a quién…

Tenemos el riesgo de perder estas fiestas, por el cansancio o simplemente por la ausencia de gozo que hay en muchos corazones, resulta que estas celebraciones son de lo más bello que hay, por ejemplo, esta fiesta de Santísima Virgen como Madre de Dios, no solo es una fiesta hermosa, sino que es la fiesta más importante de las fiestas de la Virgen María, queda allí como escondida, porque muchos están trasnochados, otros indigestos, otros e encuentras enfermos, otros se encuentran nostálgicos, y todo el color, toda la fiesta de la Virgen Madre de Dios, se pierde, ¿Cómo pudiéramos recobrar el sentido?

Quiero ofrecerles algunas cuantas propuestas muy practicas:

La primera de ellas es, que no sirve tratar de ilusionarse artificialmente, tratar de vestir artificialmente a la navidad o al año nuevo, revestirlo de lo que uno recuerda de niño o de joven, no sirve; en la mayoría de los hogares y familias en que nos encontramos, ya somos todos adultos, hay pocos niños o ni siquiera hay niños y en esas circunstancias, tratar de jugar a que somos niños, no sirve, porque nadie se puede engañar a sí mismo.

La segunda recomendación es esa Palabra que escuchábamos ayer, la palabra Gracia, gratitud, no hay manera, no hay manera de darle paz y alegría a un corazón adulto, como es el la mayoría de nosotros, si no cultivamos LA GRATITUD, “GRACIAS”, hay que llevar la cuenta de los bienes, el gran peligro que tenemos los adultos, es que tenemos los ojos tan despiertos para las cosas malas o riesgozas, o decepcionantes que acontecen a nuestro derredor, que se nos olvida llevar la suma de la bendiciones; por eso, hay que hacer el esfuerzo, vamos a llamarle esfuerzo, de contar las bendiciones, no inicies este año nuevo como por impulso, como por inercia, sin la GRATITUD, y sin contar LAS BENDICIONES; cuenta las bendiciones, cuenta lo que Dios ha hecho por ti, es decir, cuéntalo, de llevar la cuentas las veces que Dios te ha bendecido copiosamente; y cuéntalo, es decir, DÍSELO, CUÉNTALO a otros, todo lo que Dios ha hecho por ti y, todo lo que Dios ha hecho en ti… y esto vale no solo para hoy, sino para todos los momentos de tu vida, hoy y siempre…

A veces le damos tanta importancia al mal que nos llega, y no damos la importancia al bien que también nos llega, que nos anima, que no esperanza. Entonces la segunda enseñanza, en este año que estamos iniciando, fresquecito, que estamos estrenando 2020, ponte como propósito, contar tus bendiciones, es decir, llevar la cuenta y decírselo a los demás; que tu boca pueda contar y cantar las cosas buenas que también te pasan, porque eso va a traer una cantidad de bienes para ti, porque todos queremos tener cerca a personas que hablen el bien, has este ejercicio de los bienes que Dios ha traído a tu vida.

Tercer consejo práctico: resulta que estas fechas también traen a nuestra conciencia el recuerdo de la fragilidad, por ejemplo, las personas que han fallecido, la vida que pasa, los males o pérdidas, o propósitos que no pudimos cumplir, o cosas parecidas. En la primera lectura de hoy, la Bendición es como la base de la vida cristiana, cuando uno pide la bendición, es porque se siente frágil, por ejemplo en muchas casas, familias, hay una bonita tradición, cuando alguien va a salir de casa, papá deme su bendición o, mamá su bendición, ¿Qué quiere decir eso? Que quiero que me acompañe tu bendición, ahora que voy de camino, porque toda salida de casa implica algún riego, mayor o menor, pero hay riesgos y peligros.

Lo que quiero decir es esto: en vez de convertir tu fragilidad en un momento de angustia, ansiedad o tristeza, por qué no convertir esa fragilidad en una súplica de bendición, porque es muy distinto a sentirse uno sólo y frágil, a sentirse uno frágil pero sostenido, soportado, protegido por la fuerza y poder de Dios.

Frágiles somos todos, pero algunos creen que su fragilidad no cae en el vacío, porque creen que el mismo Dios que nos trajo hasta aquí, no me va abandonar aquí.

Esa conciencia de fragilidad que nos descorazona, que nos hace sentir como sin ánimo, eso lo podemos transformar solamente con la fuerza de la bendición de Dios, ¿Cómo se hace eso? Muy sencillo: ten en cuenta que una bendición no significa que tú seas bueno, por ejemplo, se bendicen animales, y eso, no es porque sean buenos, entonces pedir la bendición no significa que uno sea bueno, porque hay una tentación que es pensar que solo merecen bendición los buenos, y eso no es cierto, uno no pide bendición porque uno sea bueno, UNO PIDE BENDICIÓN PORQUE ES NECESITADO, uno no pide la bendición porque la merezca, sino porque la necesita y uno tiene que pensar en ir a la presencia de Dios, no por lo que uno merece, sino por lo que uno necesita… (Evitar los círculos de pesimismo y lenguaje negativo) en este primer día del año, y siempre, pensemos que todos los días y cada día es Dios.

P. Rodri