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EL ORIGEN DE UN PROFETA: SAMUEL

Podemos decir que las Revelaciones y las manifestaciones de Dios, al hombre, suelen suceder, generalmente de noche; de noche sucede el nacimiento del Señor, y también de noche sucede el gran acontecimiento de la Resurrección.


Pues igualmente de noche, se da este encuentro entre Dios y el niño Samuel; pues de la misma manera que en el desierto, donde no hay nada, se percibe más la fuerza de Dios, que saca vida de la nada; así también en la noche cuando las fuerzas se agotan, cuando los sentidos se rinden, cuando la comprensión no avanza, cuando los peligros parecen más grandes, en ese tiempo durante la noche, Dios hace resplandecer, hace brillar más su obra.


De noche le habla a José, el esposo de la Virgen, y también en la noche le al patriarca Jacob y a habla a muchos más; así como el desierto es lugar de Revelación, así también la noche es tiempo de Salvación y ORAR DE NOCHE, mientras que otros descansan rendidos de su trabajo, y mientras que otros olvidan en ebriedades o placeres, en fiestas de toda clase, la dureza de la vida, de noche nos unimos a Cristo, que también santificó la noche con su oración, así también Cristo en la noche de pentecostés, le dio origen a su esposa, la Iglesia.


De noche nos encontramos al niño SAMUEL y al anciano ELÍ, todo este Cap. 13 del primer libro de Samuel, está hecho para que meditemos en estos dos hombres de Dios: veamos en qué se parecen y en qué se diferencian uno del otro y descubramos allí, en una noche singular, la obra de Dios.


Semejanzas: ambos se encuentran cerca de Dios, ambos están al servicio de Dios, Elí, un sacerdote anciano y Samuel, un joven profeta; ambos al servicio de Dios.


Pero aquí empiezan las diferencias: Elí ya casi no puede, Elí se ha ido quedando ciego con los años, ¿Crees tú, que esa ceguera era solamente debilidad de los ojos de su cara? No, Elí se iba quedando ciego, es decir, se había vuelto incapaz de ver, no solo con los ojos de su cuerpo, se había vuelto incapaz de ver también los pecados de su propia familia.


El mensaje que Dios le da a este niño Samuel, es un terrible, porque el primer oráculo que tiene que decir Samuel, es un oráculo contra la familia del sacerdote Elí; porque los hijos de este sacerdote Elí, aprovechan los bienes del Señor, explotan al pueblo, son transgresores, irrespetuosos y cínicos de la ley, y Elí, el papá de ellos no ve, no se da cuenta de nada, de manera que Elí no solamente era ciego de los ojos de su cara, sino que ya no podía ver tampoco los caminos del Señor, empezando porque no podía ver, los pecados de sus hijos.

Recordemos como Elí obró con una dureza espantosa con Ana, y Elí la trata de borracha, la insulta y Ana está embriagada, pero de dolor; pero a sus propios hijos que SON CULPABLES, a esos sí, no les ve las faltas. Que peligrosa es la ceguera. Elí pues, estaba sin luz en sus ojos, pero lo peor, es que no había casi luz EN LA CASA DE DIOS; porque allí donde escasea la Palabra de Dios, la mirada se vuelve confusa, se nubla, se vuelve borrosa y llamamos bien al mal y mal al bien; juzgamos según nuestro torpe criterio.


Aquí, nos dice el texto: “que Elí estaba acostado, Samuel también estaba acostado; Elí dormía en su habitación; Samuel estaba acostado en el SANTUARIO DEL SEÑOR, la habitación de Samuel es la habitación de Dios; la habitación de Elí, es simplemente la habitación de Elí.


Elí duerme EN SU HABITACIÓN, Samuel NO TIENE HABITACIÓN, Samuel no tiene casa, sólo tiene la casa de Dios, y por eso va a llegar la luz a través de Samuel, y no a través de Elí, que tenía sus propios intereses, y sus intereses eran los de sus hijos, sus intereses eran sus cosas, él tenía SUS INTERESES, ese era Elí, tenía su habitación; en cambio Samuel no tenía una habitación, él dormía en el templo junto al Arca del Señor.


Entonces una voz que llama a Samuel y responde Samuel, AQUÍ ESTOY, y aquí lo encontramos, no solamente pobre, sino también obediente; cuánto se asemeja en esto, Samuel a Jesucristo, porque Jesús fue ese Samuel que no tenía otra casa que la casa de Dios, que no tenía más intereses que los intereses del Padre.


AQUÍ ESOTY le dice a Elí, y responde no te he llamado, vuelve a acostarte, Elí lo manda a descansar, pero Dios lo vuelve a levantar del descanso; otra virtud del profeta, el profeta no puede determinar cuándo es su descanso, descansará cuando Dios quiera, Samuel, no tendrá otro descanso que el que le de Dios, Elí le dice descansa y Dios le vuelve a decir levántate, no es tiempo de descanso, es tiempo de labor; ATENCIÓN, es el pecador Elí, no el virtuoso Samuel, sino el pecador Elí, el sacerdote, el que reconoce la voz de Dios, llega a discernir y se da cuenta de que es el Señor el que está llamando.


Nos hemos encontrado con el origen de un profeta, Samuel crecía y Elí se debilitaba, y ninguna de sus palabras dejó de cumplirse, porque el Señor estaba con él; así como Samuel no tenía más intereses que los intereses de Dios. Esto es grande y bello, porque el que quiere tener en su corazón los intereses de Dios, logra tener en su boca, la Palabra de Dios. Llenarse de los intereses de Dios, crecer como Samuel, para que el pueblo se alimente de las fuentes vivas, de las fuentes de la verdad y de la vida…

P. Rodri



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