Hoy vamos a descubrir o a desentrañar la acción del Espíritu Santo en Moisés, ustedes se van a dar cuenta de la obra que hace el Espíritu de Dios, la manera como opera el Espíritu de Dios en un hombre muy particular, porque aunque fue hebrero, fue educado en la cultura egipcia, sin embargo, nunca perdió de vista su identidad hebrea y sintiéndose atraído por el Dios de su pueblo, experimentó un fenómeno sobre natural, así lo narra la escritura, una zarza que arde, pero que no se consume, él está ante esa zarza, ante ese fuego que nada daña y que todo transforma, así es el fuego del Espíritu Santo que transforma; y en realidad el Espíritu Santo en la vida de Moisés, muy especial porque Moisés siente en su interior un deseo inmenso que arde y no se apaga, y ese deseo es de convertirse EN CAUDILLO o EN LIDER liberador de su nación.
Eso mismo es para nosotros el Espíritu Santo, que pone en nosotros un deseo que arde y no se apaga, como la zarza ardiente que narra la escritura, una zarza que ardía y no se consumía; y allí Moisés tiene que acercarse con demasiado cuidado, con demasiado respeto y de allí la expresión: “quítate las sandalias, porque el lugar que pisas es sagrado, y Moisés sabe que ante el deseo que Dios pone en su corazón, y tienes que descalzarse, porque tiene que entrar limpio a ese deseo de Dios.
Que bueno que están aquí, yo tengo que decirles que la religión es una necesidad en el ser humano, yo creo que Dios pone ese deseo en el interior del ser humano, de ir más allá, de relacionarse con su creador, religión viene de religare o RELACIÓN, relación con trascendente, con lo intangible, esa es una necesidad humana, ninguna otra criatura tiene esa necesidad, solo el ser humano, solo tú y yo, por nuestra condición humana. Ahora, los movimientos religiosos, constituidas en Iglesias o sectas, es la manera de socializar esa necesidad, a través de esas formas religiosas, pero no son fines en si misas esas formas religiosas, porque el fin en si mismo ES DIOS; así como lo es médico, no es la salud, pero es instrumento de sanidad; o como el abogado, no es la justicia, sino instrumento de justicia; lo mismo podemos decir del sacerdote, no es Dios, pero es instrumento del poder y de la gracia de Dios, porque el fin es Dios, y así sucesivamente necesitamos de todos, no como fines, sino solo como instrumentos de una necesidad…
Ahora hablamos de Jesús, porque él dijo que donde dos o más se reunirán en su nombre, allí estaría Él, con nosotros hasta el fin del mundo, Pedro le dijo, Señor, a quién iremos, sólo tú tienes Palabras de vida eterna, y tú estás aquí en presencia de Jesús Sacramentado, porque Él lo ha socializado, estás aquí, con el Señor Jesús, cierra tus ojos y visualízalo dentro de ti, Él es el Hijo único del Eterno Padre, Él es el rostro del Padre eterno; él hace visible lo invisible y todo por obra del Espíritu divino, así es que recuerdo esto: Jesús está aquí, Jesús está EN TI, Jesús está en el rostro del hermano que está a tu lado y en los corazón de todos los que estamos aquí, está en los acontecimientos, en las circunstancias de tu vida, por duras que sean, está en el universo entero, está en la creación.
Jesús se hace presente de muchas maneras y aquí podemos constatar algunas formas de su presencia: en el pan consagrado que lo parte y lo reparte para todos, y le creemos que está aquí, que igual que obraste en otro tiempo, hace más de dos mil años, sigues obran aquí y ahora.
Y ahora, nos ponemos delante del Señor Jesús, que nos pone ante el espejo de este personaje, a través del cual nos diste la salvación; porque cuando el faraón decidió que todos los niños murieran, tú pusiste en el corazón de la que sería la madre de Moisés, una razón diferente, un mensaje distinto, y por eso la madre tuvo la dignidad de salvar al niño, poniendo a navegar en una canastilla por en medio de las aguas, por eso el nombre de Moisés: SALVADO DE LAS AGUAS, y en esta noche, Señor, que te queremos dar gracias por todas las veces que hemos sido salvados de las aguas; el agua representa en este caso la muerte, y tú Señor, nos has salvado muchísimas veces de la muerte, ha sido el Espíritu de vida, ha sido el espíritu de amor el que nos ha salvado de la muerte, y no solo de la muerte física, sino de la muerte espiritual, y tu hijo nos enseñó que deberíamos tenerle miedo, no a aquel que podría matar el cuerpo, sino al que podría matar el alma, el enemigo, el mal, el pecado y tu Espíritu nos ha evitado caer en el abismo de la desgracia, en el abismo del pecado. Gracias por ese Espíritu que me sostiene en Gracias, que me sostiene en vida. Canto
Dile al Señor que te sostenga, por el poder su gracias, después de mí: Padre amado, te pido en esta noche, que así como salvaste de la muerte a Moisés, por la gracia de tu Espíritu, me sostengas por esa misma gracia, y no me dejes caer en el abismo del pecado y la desgracia.
Padre eterno, te alabamos y te bendecidos por la obra de tu Espíritu en la vida de Moisés, que aunque educado con todos los privilegios de la cultura egipcia, renunció a todo privilegio egipcio, con tal de conservar su identidad hebrea, y sabemos que esto lo hizo tu Espíritu Santo en Moisés; y ahora te pedimos Padre Eterno, por mediación de tu hijo Jesús, que esa , misma obra la haga tu Espíritu en cada uno de nosotros, que más allá de ser seducidos por la cultura del mundo, no perdamos la identidad de ser hijos tuyos, Padre eterno. Padre Santo regálanos tu Espíritu Santo para desdeñar todos los privilegios del mundo, para que así como lo realízate en Moisés, la realices también en nosotros; ahora nos disponemos para que nos enseñes a discernir sobre todo privilegio mundano, la identidad de hijos, para que dije en mí, la identidad de hijo de Dios.
Aquí estamos, seguramente lastimados por ir por los privilegios, los placeres, los pareceres del mundo, como seguramente tampoco para Moisés fue fácil, deshacerse y renunciar a los privilegios egipcios, y tú bien sabemos que tampoco para nosotros es fácil renunciar a los privilegios del mundo para conservar nuestra identidad de hijos tuyos, pero tenemos tu Espíritu que viene en ayuda de nuestra debilidad, a toda costa; regálanos el mismo Espíritu que pusiste en Moisés.
Padre eterno, en esta noche queremos meditar sobre Moisés, cuando pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró y observó a los lejos un fenómeno sobrenatural, era una zarza que ardía sin consumirse, se acercó a aquel lugar y escucho la voz que decía, quítate las sandalias porque el lugar que pisas es sagrado; queremos interpretar padre bueno, las palabras que pusiste en el corazón de Moisés, la gracia de tu Espíritu, un deseo ardiente, que ardía y no se consumía, un inmenso deseo de liberar a su pueblo, de hacer algo por los suyos en esclavitud, al pueblo que tú elegiste, el pueblo de tu propiedad.
Ahora te pido Padre bueno, en esta noche, que operes en mi vida, como operaste en la vida de moisés, pon en mi corazón un deseo que arda y que no se consuma; cada uno pida en este momento al Padre celestial, que por la fuerza de su Espíritu Santo y por mediación de su hijo Jesucristo, infunde en nuestro corazón un deseo infinito, que arda sin consumirse, que ese deseo sea, hacer lo mejor por los demás, hacerle bien a otros, sin apegarnos a reconocimientos, a agradecimientos, simplemente respondiendo a ese deseo, que en esta noche el Espíritu Santo pone en tu corazón, una llama ardiente que arda sin consumirse, que te saca de ti mismo y te pone al servicio de los demás, para liberar esclavos, para animar desanimados, para fortalecer debilitados.
Moisés tenía el Espíritu de Dios y eso lo lanzó a una aventura liberadora, todos tenemos el Espíritu de Dios y como Moisés, ahora somos lanzados a una aventura de liberación, dice Pablo en carta a los romanos, cap 8 no han recibido un espíritu de esclavitud, para caer en el miedo, sino que han recibido un Espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos a dios: ABBA, PADRE. Y este Espíritu da testimonio que somos hijos de Dios, piensa un momento, en oración, ¿Cuáles son tus mayores temores?, entrégaselos al Señor y por la fuerza del Espíritu aventúrate en confiar, a creer y a esperar en Dios, pase lo que pase.
Moisés se lanza a esta ventura liberadora, primero cruza el mar rojo, luego pasa en el desierto cuarenta años, un período que no fue nada fácil, pero allí, el sueño liberador se cristaliza cuando pasan el Jordán, del desierto a Jericó, a la tierra prometida, en todo caso hay que correr el riesgo de aventurarse y combatir todos los miedos existentes y posibles que hoy anidan en tu corazón y solo esto es posible por la obra del Espíritu Santo; tú no recibiste un espíritu de esclavitud para vivir en el miedo, tú recibiste el espíritu de hijo, que te hace confiar y clamar a Dios, diciendo Abbá, Padre.
Yo te invito en esta noche a que corras la aventura y confíes, que des el paso y combatas todos los miedos, pueda que la confianza no sea fácil, pero confía en él, tienes el Espíritu Santo para correr la aventura y abandonar esos miedos y poner toda tu confianza en el Señor. Ex 33,11: “Dios hablaba con Moisés cara a cara, como quien habla con un amigo y después Moisés regresaba en paz al campamento”. Te invito en esta noche a que sientas esa misma experiencia, ya sabemos que para orar se necesita el Espíritu Santo. Dios hablaba cara a cara con Moisés, eso quiere decir que Dios le había dado su Espíritu, para que Moisés pudiera recibir el encuentro, para que Moisés pudiera resistir el diálogo, la comunicación con el Señor; tú que tienes el Espíritu Santo, habla con Dios en esta noche, cara a cara, como quien habla con un amigo, y luego volverás al campamento en paz, como Moisés, regresa al campamento ungido(a).
En un momento en silencio habla cara a cara con Dios y cuéntale cuáles son tus inquietudes, tus preocupaciones, tus necesidades, y deja todo eso en las manos de él, porque ten la completa seguridad que tus preocupaciones, tus inquietudes y tus necesidades están mejor en las manos de Dios, que en tus manos.
Y finalmente, Moisés fue guiado por Dios, y nuestro que fue guiado por el Espíritu de Dios, él fue capaz de guiar a su pueblo, dice Jn 16, Cuando venga el Espíritu él les guiará hacia la verdad plena; así es que tú también pide en esta noche el Espíritu Santo para que te guíe y tú puedas guiar a los tuyos, decimos todos: Espíritu Santo, conduce mi vida, guía mis pasos, direcciona mi caminar, para que yo pueda direcciona, guiar y conducir, los de mi casa. Canto
P. Rodri
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