Mateo 3,13-17
En aquel tiempo, fue Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: "Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?" Jesús le contestó: "Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así lo que Dios quiere." Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía: "Este es mi hijo, el amado, mi predilecto."
EL BAUTISMO DEL SEÑOR
Con esta celebración del Bautismo del Señor Jesús, termina la Navidad.
¿Por qué Juan bautizaba en el Jordán? No era la única fuente de agua que había, ni tampoco la única fuente que existe hoy, tampoco era el lugar más bonito ni el más cómodo. El Río Jordán quedaba más bien en el desierto, de modo que la gente que acudía a Juan, tenía que recorrer grandes distancias para llegar a allá, tenía que buscar el desierto. Entonces ¿Por qué Juan bautizaba en el Jordán?
Juan bautizaba en el Jordán, porque era un lugar próximo por donde entraron los Israelitas a la tierra prometida, era un lugar cercano, donde Josué, en otra época, convocó a las tribus de Israel y les dijo: antes de entrar a la tierra prometida, si ustedes quieren seguir, síganlo, yo y mi familia vamos a seguir al Señor y entonces el pueblo en ese momento respondió y dijo, nosotros vamos a obedecer al Señor, y Josué les dijo, la cosa no es tan fácil, Dios es un Dios celoso, no se puede servir al Señor y tener ídolos, y ellos vuelven a decir, pues nosotros vamos a obedecer al Señor, y Josué dijo: entonces que queden de testigos, el cielo, la tierra y estas piedras que han oído las voces de ustedes, que juran fidelidad al Señor; de modo que ese fue el lugar donde quedaron unos testigos: el cielo y la tierra y una rocas inertes, ellas oyeron las palabras y promesas de fidelidad del pueblo de Israel; del pueblo que Dios había sacado con poder, del pueblo que había hecho alianza con el Señor.
Pero sabemos por la historia del Antiguo Testamento, que al pueblo le quedó grande esa promesa, el pueblo JURO y NO CUMPLIÓ, DIOS JURO Y SI CUMPLIÓ, Dios fue fiel, el pueblo fue infiel, y allí estaban esas piedras, y allí estaba ese Jordán, porque ante el Jordán se detuvo Josué y preguntó: ¿Atravesamos o no atravesamos? Porque atravesar el Jordán implicaba acoger la promesa de Dios, y sellar de algún modo, el compromiso con el Señor, y por eso, allí, en ese lugar, se instala el bautista, como diciendo a todo el pueblo, aquí fue donde prometimos y no cumplimos, este es el lugar donde quedó claro, que nosotros somos infieles y por eso, el arrepentimiento que pide Juan no es solo un arrepentimiento de individuos; la obra de Juan es mucho más grande, el gesto de él es un gesto profético, para decirle a la gente, que tenían que cambiar de vida; cosa que pudiera habérselo dicho en el atrio del templo, o en tantos otros lugares de Jerusalen, de Samaria o de Galilea. Por eso Juan busco aquel lugar donde pudiera referirse, no al arrepentimiento de un individuo, sino al arrepentimiento del pueblo, y por eso las aguas del Jordán.
Por otra parte, seguramente recordaremos que el AGUA, en la mentalidad semita, o en la mentalidad de los judíos, es al mismo tiempo una señal de vida y una señal de muerte; el agua es señal de devastación, señal de destrucción y también señal de re nacer. El bautismo que predica Juan, ¿qué indica? Indica que el agua es capaz de destruir, vean las inundaciones, las tormentas en mar abierto, la furia de la fuerza del agua; eso lo vieron los Israelitas en su paso por mar rojo, el agua fue el arma que utilizo Dios contra Egipto, Dios no destruyó a los egipcios con relámpagos, ni con terremotos ni dejando caer sobre ellos una tormenta de granizo de piedras, Dios destruyó a los egipcios con una sola herramienta, EL AGUA.
Entrar en el agua es entrar en la posibilidad de la muerte, sumergirse en el agua, es reconocer el destino que uno se merece, el hecho de meterse en el agua, sería como decir, destrucción es lo que yo merezco, condena es lo que yo me tengo ganado, pero esa era la creencia de los judíos; más o menos como ha sucedido en tantas vidas.
De modo que en la predicación de Juan se unen las dos cosas: el reconocimiento de un pecado, llamado pecado colectivo, es decir, un pecado de todo el pueblo y el reconocimiento también de la falta individual o llamado también, pecado personal; como pueblo lo que merecemos es la muerte, pero resulta que esa agua no mata, allí está el profeta con su voz, sosteniendo al que se arrepiente, como el que se sumerge en el agua y logra salir, por ejemplo, cuando una persona se está ahogando, se está hundiendo, hasta que toca fondo, puede impulsarse con fuerza hacia arriba y volver a tomar aire, vuelve a vivir; de modo que, el solo hecho del bautismo, está indicando que aunque tú mereces muerte, del agua te rescata Dios.
Hubo un gran profeta llamado MOISÉS, que significa SALVADO DE LAS AGUAS, así se interpreta el nombre de Moisés, de manera que cada uno que salía del agua, era un Moisés, cada bautizado es un Moisés, porque es un salvado de las aguas y eso es lo que les está diciendo Dios a los que acuden al bautismo de Juan, tú eres un salvado de las aguas, es verdad que mereces muerte, pero he aquí que yo te sostengo, que yo te levanto y te consolido sobre el agua. Con esta breve explicación tal vez podemos entender mejor, porqué Cristo acude al Bautismo de Juan, Cristo está allí no porque él sea pecador, sino porque es Cristo quien está con el pueblo que es pecador, que se arrepiente, y a través de Cristo, primero en Cristo y luego en a su pueblo, llega el don del Espíritu Santo; de manera que Jesús, junto a las aguas del Jordán, ¿Qué está haciendo?, lo que Jesús está haciendo es uniéndose al movimiento de retorno hacia Dios, que se ha iniciado por la profecía del Juan el Bautista y convirtiéndose en nuestro embajador para recibir la Gracia del Espíritu Santo, porque hay algo que quedaba incompleto en el bautismo de Juan.
Y ahora, ¿Dónde queda la alianza rota, por nuestros pecados, ahora que le hemos dado la espalda a Dios, qué sucede con la Alianza? Cuando Jesús emerge del agua y se abren los cielos y aparece el Espíritu Santo, hay una NUEVA ALIANZA, por eso Jesús ve más de lo que ve Juan, Juan le dice a Jesús, es que yo necesito que me bautices tú, Juan reconocer la santidad eminente que hay en Jesucristo y lo que Jesús le dice es que más allá de nuestro arrepentimiento, más allá del reconocimiento de nuestra maldad humana, está, sobre todo, LA BONDAD DIVINA; y así aparece toda la miseria humana del pueblo que no pudo cumplir, pero en esas aguas, empiezan a manifestarse, toda la misericordia de Dios que sella una nueva alianza, según la cual, la ley está ahora en los corazones y que definitivamente, si es posible cumplir.
Una última anotación, en Hebrero, Jesús y Josué, significan lo mismo y se pronuncia de la misa manera Joshua: Josué introduce al pueblo en la tierra prometida, y Jesús introduce a la humanidad al cielo prometido, eso es hermoso, además, Jesús recibe en su Bautismo, LA UNCIÓN, que se dice Crisma, recibe el crisma, crisma es Cristo y es aquí donde se le completa el nombre a Él; en la navidad era Jesús, y en el bautismo es Cristo, por eso la fiesta de la navidad alcanza también el Bautismo, él es Jesús, Cristo es el ungido, él es JESUCRISTO, aquí se completa la verdad del Señor, aquí se completa, por eso en esta fiesta, decimo que recibe la fuerza para realizar la obra de la salvación y ese mismo Espíritu que ungió a Jesús, es el mismo Espíritu que habita en nosotros en razón de nuestro propio bautismo, ese es el Espíritu que nos mueva a orar, ese es el Espíritu que mueve a nuestros pastores, ese es el Espíritu que consagra la Eucaristía, es el mismo Espíritu que nos lleva más allá de reconocernos pecadores, no lleva a reconocer también que en Él, hemos sido bendecidos y salvados.
P. Rodri
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