top of page
  • Writer's picturePbrorodrigocuevas

EL BANQUETE DE BODAS

Mt 221-14

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda." Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda." Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. [Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos."]//


Comienza el evangelio comparando el reino de los cielos, con un banquete de bodas organizado por Dios. La boda es sinónimo de alegría y de felicidad; Dios nos quiere felices y nos invita a compartir su vida, su mesa y su alegría.


Pero no vamos a detenernos en el dramatismo de la parábola, sino a valorar la seriedad de la llamada que Dios nos hace. En la parábola primero son invitados los más cercanos, luego los alejados, y por último los desconocidos; pero que a final resulta que el banquete es para todos. Como no dice el Concilio Vaticano II (L.G.) dice que “Todos los hombres han sido llamados a formar el pueblo de Dios”.


Esta parábola se refiere, la relación de Dios con el pueblo judío y con la Iglesia. Esta dirigida en primer lugar al pueblo de Israel, el pueblo de la Promesa y de la Alianza, pero el pueblo judío rechazó la invitación, asesinando a los profetas y al mismo hijo del Rey, al Mesías.


De todos modos, habrá fiesta, Dios la tiene preparada y no tira la toalla; saldrán a buscar nuevos invitados, hasta en los cruces del camino, a buenos y malos. Los malos y buenos: en este caso se reifere a los paganos, o pecadores, y a los judeocristianos, es decir, a los alejados de Dios; y cuando habla de los nuevos invitados, se está refiriendo, a la gente pecadora, a las personas de mala vida, marginadas, pero sin embargo, ellos si aceptaron la invitación, y acogieron el mensaje de la salvación.


Dios es el Rey que invita a los hombres a las bodas de su Hijo, y Jesús aparece como el Esposo que va a desposarse con la humanidad, y todos somos invitados a este fiesta nupcial, a esta intimidad gozosa con Él, y la invitación nos llega también a nosotros, buenos y malos, porque Dios no permite que ni nuestros intereses personales, ni nuestro rechazo, sean un impedimentos para la fiesta: la boda está preparada y hay que celebrarla. Dios quiere compartir su felicidad con todos nosotros, y solo la misericordia de Dios la podemos experimentar si aceptamos su invitación.


Participar en el banquete de bodas del Hijo de Dios, es lo más importante de nuestra vida, o mejor dicho, lo único esencial; de nosotros depende aceptar la invitación o no, Dios respetará nuestra decisión. Porque nos dice el texto evangélico que, ante la invitación, los convidados comenzaron a excusarse, No hicieron caso de la invitación y se fueron, uno a su campo, y el otro a su negocio. Cada uno tienen algo urgente que hacer, algo que no puede esperar, y que reclama inmediatamente su presencia; es decir, que a menudo ponemos el corazón en cosas que nos hacen sordos a la invitación de Dios y el error cometido por los invitados y por nosotros, consiste en abandonar lo importante por lo urgente, y ¡lo esencial por lo contingente!


El banquete de bodas es la figura de un Dios que llama a todos los hombres a la historia de la salvación pero que no encuentra respuesta. El mundo moderno está sufriendo de una enfermedad espiritual, que es el ateismo, que intenta a toda costa “matar a Dios”.


Ser invitados a la boda del Hijo del Rey, conlleva un gran honor, pero no basta con entrar a la fiesta, es decir con ser crisitnos, no; sino que también requiere y exige, llevar su TRAJE DE BODAS, es decir estar en Gracia Sacramental y santificante, así como en las bodas, se le da mucha importancia a la vestimenta o prenda de vestir; así es también, necesario e indispensable entrar con el ajuar apropiado, al gran banquete al que Cristo nos invita, este ajuar es la vida de Gracia.

Y, nos puede parecer dura la última parte de la parábola, donde un invitado, es hechado fuera, porque no lleva puesto el traje de fiesta. Dios nos invita a todos, no hace acepcion de personas, la entrada en la Iglesia es gratuita y para todos, pero no se nos debe olvidar que se trata de la vida espiritual, por eso, El vestido de bodas, es decir, una vida según el evangelio, requiere vestirse con la túnica de fiesta, dicho de otra manera, observa si vienes con el vestido nupcial; es decir, examina atentamente tus pensamientos, rebisa tu corazon para ver si no albergas algún odio contra alguien; o si la envidia no te quema por dentro, a causa de la felicidad ajena; o para ver si no estás rumeando algún plan oculto, para dañar a tu prójimo con malicia; ya que la gracia es exigente, y por eso debemos entder que con Dios no se juega, donde habita el pecado, no puede cohabitar la Gracia.


Esta parábola se realiza hoy en la vida de tantos católicos, cuando somos invitados a la Fiesta de la Eucaristía, pero para muchos ir a Misa, ir a esta fiesta semanal que Dios prepara para nosotros, se ha convertido para muchos en “un tiempo que se puede emplear mejor en otras cosas”, formalmente se trata de un rechazo a Dios mismo, y de un rechazo a la comunión con Él y con los demás invitados, como nos recuerdan las bellas palabras del Apocalipsis: “Mira que estoy a la puerta y llamo, si alguno escucha mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo.”

P. Rodri




5 views0 comments

Recent Posts

See All

Subscribe

Stay up to date

Home: GetSubscribers_Widget
Church Altar

CONTACT

Your details were sent successfully!

Home: Contact
bottom of page