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DOMINGO DE RAMOS

Lectura de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.


Con el Domingo de Ramos abrimos la Semana Santa, vamos empezar haciéndonos una sencilla encuesta: ¿Alguien ha tenido que cambiar sus planes de vacaciones de Semana Santa?


Yo creo que sí, sobre todo es quienes que veían la semana santa como tiempo, para un merecido descanso y salir de la rutina, con algo de sol en alguna playa, cambiar de clima, algún lugar de esparcimiento; la semana santa pasada y esta, nos encontramos con la triste noticia, y también dolorosa crisis, por la que estamos pasando el mundo entero, a causa del COVID, nos hemos tenido que someter, por los contagios y muertes; se pudiera decir, que se nos ha aguado la fiesta, a tantísima gente.


Hasta el punto que ni siquiera la Semana Santa la podremos vivir como se debe, por el distanciamiento social, por los protocolos de sanidad, al que se nos ha llamado, con el dolor de encontrarnos con la muerte, de un modo inesperado; pues de igual manera, también la muerte de Jesús produce en nosotros consternación, porque uno quiere apartarse del dolor, porque la mayoría de nosotros detestamos el sufrimiento, a nadie nos gusta ver a sufrir a alguien, porque cuando nos encontramos con el dolor, nos encontramos con la impotencia de poder evitar esa parte de dolor, y sentimos como un reflejo, repudiar el sufrimiento, ya sea, nuestro o de alguien más.


Hoy como que no tenemos a donde mirar, porque a donde quiera que volteemos, encontremos huellas de dolor, y por eso, esta semana santa, va a ser muy diferente para todos nosotros; esta es una semana en la que nuestros ojos tienen que mirar ese espectáculo, que precisamente rechazamos, el espectáculo del dolor y ¿Cómo nos puede ayudar Cristo? Si también Él es una muestra espantosa de dolor, y por eso, en lo personal me gusta mucho una imagen, de unos pies des formados de Jesús, traspasados por los clavos; como el escultor, ha tenido el debido cuidado de presentarnos hasta las uñas de sus pies, los pies del caminante de Nazaret, son uñas que muestran el impacto con las piedras, son uñas y pies que se han gastado, buscándonos a nosotros, las ovejas perdidas.


¿Qué nos pudiera aportar Jesús, sabiendo que también Él sufrió?

Hay también otras imágenes del rostro de Jesús, en el camino con la cruz ¿Todo ese dolor, esas espinas, esos clavos, esos azotes, toda esa humillación, esa tortura, qué aporta a mi vida? O ¿Sólo son relatos de sadismo y de crueldad? No, porque allí una historia tan real y tan profunda, que tiene mucho que ver a cada uno de nosotros.


En la lectura de la Pasión que hemos escuchado, encontramos algunas recomendaciones de Cristo, a sus discípulos, y que nos sirven también a nosotros; por ejemplo: “El maestro dice, mi hora está cerca, voy a celebrar la Pascua, con mis discípulos en tu casa”.

Qué tal que la puerta de nuestra casa se abra al misterio de la Pascua de Cristo, Cristo viene a mi casa, Cristo viene a celebrar su Pascua en mi casa y ¿Cuál es la Pascua que él quiere venir a celebrar con migo y en mi casa? Pues la Pascua de los hebreos, EL EXODO, que es el recuerdo de la liberación de Egipto; y que a la vez, es su PROPIA PASCUA, la de su sangre derramada, la de su perdón inconmensurable, eso es lo que quiere Cristo, el Señor, que suceda en tu casa, y que juntos comamos al cordero de Dios, a Él mismo, su Cuerpo y su Sangre, hay que comerlo, porque quiere entregase completamente a mí, como el PAN VIVO, bajado del cielo para dar vida y vida en abundancia.


Y hay otra historia, que es la historia del dolor humano, y a esa historia se le junta otra, que es la historia del dolor de Cristo, y debajo de esa otra historia, hay otra historia, que es la historia del AMOR de Cristo, la semana santa funciona con esos tres hilos: el dolor de nuestros días, el dolor de las familias desintegradas, destruidas, desplazadas, el dolor de nuestras familias hechas garras, por las heridas por la tragedia del corona virus.


Hay que aprender a leer y vivir la Semana Santa, desde esos tres hilos: el dolor humano, el dolor de Cristo, y Amor de Cristo, hay que saber leerla así, con sus dolencias, con sus incoherencias, con sus descalabros.

Por eso Cristo padeciendo, ha hecho de su cuerpo, colgado en la cruz, un letrero gigantesco que dice solo dos cosas: primera que así de terrible es el pecado; y segunda, que así de inmenso es el Amor de Dios, y aunque esas llagas de Cristo son espantosas, son a la vez preciosas, porque allí están para revelar la verdad del pecado y para revelar la verdad del AMOR, eso es lo que vamos a vivir en esta semana santa…

P. Rodri



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