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DOMINGO DE RAMOS

Lectura de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, según San Mateo 26, 14-27, 66


Con el Domingo de Ramos abrimos la Semana Santa, vamos empezar haciéndonos una sencilla encuesta: ¿Alguien ha tenido usted que cambiar sus planes de vacaciones de Semana Santa? Muchísimas personas tendríamos que responder que si, es posible que personas que miraban la semana santa como tiempo de un merecido descanso, salir de la rutina, con algo de sol, playa, cambio de clima, de lugar de esparcimiento, se han encontrado con la chocante noticia, y también dolorosa crisis, por la que estamos pasando el mundo entero, como el corona virus que con el alarmante contagio y muerte, se ha asomado a los hogares de tantísima gente, y la tragedia se cuenta en muchísimos países y lugares; se pudiera decir, que se ha aguado la fiesta, para muchísima gente.


Pero que ahora, ni siquiera la Semana Santa la podremos vivir como se debe, por el distanciamiento social, al que se nos ha llamado, que dolor encontrarnos así, con la muerte, de un modo inesperado; también la muerte de Jesús produce escándalo y produce también una reacción muy natural, porque uno quiere apartarse del dolor, porque la mayoría de nosotros detestamos el sufrimiento, a nadie nos gusta ver a alguien sufrir, porque estamos hechos así, cuando nos encontramos con el dolor, nos encontramos con la impotencia, para sanar o arreglar aquella situación, hasta el punto, que uno tiene como un reflejo de dolor, cuando ve a alguien sufriendo demasiado.


Hoy como que no tenemos a donde voltear y que no encontremos huellas de dolor, y por eso, esta semana santa, va a ser muy diferente para todos nosotros; esta es una semana en la que nuestros ojos tienen que mirar ese espectáculo, que precisamente rechazamos, el espectáculo del dolor y la pregunta que nos hacemos es: ¿Cómo nos puede ayudar Cristo? Si también Él es una muestra espantosa de dolor, y en lo personal me gusta mucho una imagen, de unos pies des formados, traspasados por los clavos, que son los pies de Cristo; el artista, ha tenido también el cuidado de presentarnos las uñas de los pies, del caminante nazareno, son uñas que muestran el impacto con las piedras, son uñas de los pies que se han gastado, buscándonos a nosotros, que somos las ovejas perdidas, y la pregunta para esta semana santa es ¿Qué nos aporta Jesús?


Qué nos aporta Jesús, sabiendo que Él también sufrió, ¿de qué manera nos ayuda Jesús? Y hay también otras imágenes del rostro de Jesús, en la vía o camino de la cruz; todo ese dolor, esas espinas, esos clavos, esos azotes, toda esa humillación, esa tortura, de qué manera ayuda a mi vida, de qué manera ayuda a mi familia, ¿son simplemente relatos de sadismo y de crueldad? O, hay allí una historia tan real y tan profunda, como la sangre que tiene mucho que decir a cada uno de nosotros.


En la lectura de la Pasión que hemos escuchado, tomada del Evangelio de San Mateo, encontramos algunas recomendaciones de Cristo, a los discípulos de su tiempo, son recomendaciones que nos sirven también a nosotros; por ejemplo: “el maestro dice, mi hora está cerca, voy a celebrar la Pascua, con mis discípulos en tu casa”, ¿qué tal eso?


Qué tal que nuestras casas se abran al misterio de la Pascua de Cristo, Cristo viene a mi casa, Cristo viene a celebrar su Pascua en mi casa; y ¿cuál es la Pascua que él viene a celebrar? Por una parte es la Pascua de los hebreos, es el éxodo, es el recuerdo de la liberación de Egipto; pero por otra parte es su PROPIA PASCUA, la única, la de su sangre derramada, la de su firme oración, la de su perdón inconmensurable, la del océano de su bondad, eso es lo que quiere Cristo, el Señor, que suceda en nuestra casa, y también dice, en la última cena, cuando instituye la Eucaristía: TOMEN Y COMAN, hay que comer es este cordero de Dios, hay que comerlo, porque tanto me ama Cristo, que se entrega completamente a mí, que quiere llegar a mí, pero no llega muerto, Él es el PAN VIVO, llega con su vida a darme vida.


Este es el espíritu que estamos iniciando, de la semana santa, y hay otra historia, que es la historia del dolor humano, y a esa historia se le junta otra, que es la historia del dolor de Cristo, y debajo de esa otra historia, hay otra historia, que es la historia de su AMOR, de su solidaridad, de su cercanía, de su ternura, de su perdón; son tres hilos, la semana santa funciona con esos tres hilos: el dolor de nuestros días, el dolor de las familias desintegradas, destruidas, desplazadas, de las familias heridas por la tragedia del corona virus, por las familias destruidas por las fuerzas de la naturaleza, terremotos, inundaciones, etc.


Dolor de Cristo, Amor de Cristo, son los tres niveles y nosotros somos invitados en esta semana santa a mirar esos tres registros. La semana santa hay que saber leerla así, con sus dolencias, con sus incoherencias, con sus descalabros; luego Cristo, dijo la segunda lectura a querido ser UNO MAS, ha querido asumir todo nuestro dolor, ha querido que a Él le pasara, lo que le pasa a un inocente, cuando se pone a ser bueno; y debajo de ese dolor, descubrir que lo que a él le mueve, es el AMOR, el amor a papá Dios, y el amor a cada uno de nosotros y a través de toda esa su pasión, tan llena de dolor y sufrimiento, nos está mostrando cuál es el camino falso y cuál es el camino verdadero, lo mismo que nos dice esta PANDEMIA, que nos ha llevado al distanciamiento social, o al en cuartela miento en nuestras casas, que nos muestra el verdadero valor del tiempo, de la vida y de las cosas; que el camino falso es el de la violencia, el de la arrogancia, el egoísmo, la traición, la mentira; y que el camino de la verdad es el camino de la humildad, la oración, la perseverancia, la fidelidad, la solidaridad.


Por eso está Cristo padeciendo, porque está haciendo de su cuerpo un letrero, una valla gigantesca que llena el espacio entre cielo y tierra; Cristo ha hecho de su cuerpo, colgado en la cruz, un letrero gigantesco que dice solo dos cosas: primera Que así de terrible es el pecado y que nadie se engañe más; y segunda, que así de inmenso es el Amor de Dios, y que nadie los engañe otra vez, por eso, esas llagas de Cristo son espantosas, pero son a la vez preciosas, porque allí están para revelar la verdad del pecado y para revelar la verdad del AMOR, eso es lo que vamos a vivir en esta semana santa…

P. Rodri




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