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AMAR ES UNA DECISIÓN

6 DOM DE PASCUA B

(Hechos 10:25-26.34-35.44-48; I Juan 4:7-10; Juan 15:9-17)


Juan 15,9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros." P. D


EL "DEBER" DE AMAR


«Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado… Lo que os mando es que os améis los unos a los otros».


¿Qué relación hay entre amar y deber amar?, dice Jesús que nos deja un MANDAMIENTO, el mandato de AMAR, pero este mandato no debe ser un mandato como imposición, sino COMO CONVICCIÓN, porque la convicción es la espontaneidad de la voluntad; mientras que el amor como DEBER, se convierte en una obligación por imposición.


Es decir, son dos tipos de mandamientos:

1. El mandamiento como obligación que viene del exterior, es decir, es una voluntad diferente a la mía,

2. Y un mandamiento como convicción que nace dentro de mí. Como la piedra que se lanza al aire, o la manzana que cae del árbol, está «obligada» a caer, no puede hacer otra cosa; no porque alguien se lo imponga, sino porque en ella hay una fuerza interior de gravedad que la atrae hacia el centro de la tierra.


De igual forma, hay dos grandes modos según los cuales el hombre puede ser inducido a hacer o no, determinada cosa: por CONSTRICCIÓN o por ATRACCIÓN. La ley y los mandamientos ordinarios, nos inducen a la constricción, con la amenaza del castigo; mientras que el amor como atracción, nos induce a un impulso interior. Cada quien, somos atraídos por lo que amamos, sin que sufra constricción alguna desde el exterior, por ejemplo, si yo le presento a un niño un juguete, y él se lanzarse para agarrarlo. ¿Qué le empuja? Nadie, es atraído por el objeto de su deseo. Enseña un Bien a un alma sedienta de verdad y se lanzará hacia él. ¿Quién la empuja? Nadie; es atraída por su deseo.


Entonces ¿Qué necesidad había, de hacer de este amor un mandamiento y un deber? Es que, estamos rodeados de muchos otros bienes, y corremos el peligro, de quedarnos con falsos bienes y así perder el Sumo Bien.


Todo ello tiene un impacto directo en la vida y en el amor humano. Cada vez son más numerosos los jóvenes que rechazan la institución del matrimonio, y eligen el llamado amor libre, o la simple convivencia. El matrimonio es una institución; una vez contraído, liga, obliga a ser fieles y a amar al compañero para toda la vida. Pero ¿qué necesidad tiene el amor, que es instinto, espontaneidad, impulso vital, de transformarse en un deber? Porque el hombre que ama verdaderamente, quiere amar para siempre. Quien ama es feliz de amar, no como una obligación, sino como una convicción, y por eso se dice que el AMOR NO ES UN SENTIMIENTO, SINO UNA DECISIÓN; el mandamiento se convierte en lo más bello y liberador del mundo.

P. Rodri









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