PALABRAS DEL RESUCITADO
Hoy vamos a orar las palabras del Resucitado y es conveniente para todos que recibamos esas palabras de Jesús: “LES TRAIGO LA PAZ”, así se presenta Jesús y así saluda el Resucitado, shalom, les traigo la paz y en esta noche les invito a todos a recibir la paz del resucitado; la paz no es un concepto, la paz no es un sentimiento, tampoco es solo una idea, la paz es una persona y se llama Jesús, que quiere la paz, busca la paz con el amor con Dios, porque Dios es amor.
Él es nuestra paz de principio a fin, en Belén los Ángeles cantaron Gloria a Dios en el cielo y paz a los hombres que ama el Señor; y al final, el resucitado les da la paz a sus discípulos, ellos estaban muertos de miedo, porque también uno puede morir de miedo; pero hoy le vamos a pedir en oración, le vamos a decir al Señor que le entregamos todos nuestros miedos, y que a cambio, él nos de su paz.
Hay cosas muy importantes en la vida, una de ellas es la paz, otra de ellas es la salud, y otro es el orden; pidámosle al Señor que nos regale el orden, una vida ordenada para nuestra vida; que nos regale la salud para nuestro cuerpo y la paz para nuestro espíritu.
Que nos regale el orden para nuestra vida, porque si mi vida se vuelve desordenada, entonces entro en desobediencia y si entro en desobediencia, lo primero que entristezco es al Espíritu Santo que mora en mí, y para eso, necesito que mi vida sea ordenada, es decir una vida en obediencia.
También necesito en mi vida, salud para mi cuerpo, y paz para mi espíritu, son fundamentalmente tres cosas: orden, salud y paz; cuando uno tiene una vida ordenada, salud y paz, ya lo demás es lo de menos, porque uno va haciendo un camino en la vida, por eso, busquen siempre una vida ordenada, una vida saludable y un espíritu interior en paz.
Él es el príncipe de la paz, pero la paz tiene algunos elementos:
Primero RECONCILIACION: si tú quieres paz interior, debes reconciliarte con las personas que te rodean; reconcíliate contigo; una persona resentida, rencorosa, no puede estar en paz, el resentimiento y el rencor rompen con la paz interior.
Segundo PASIFICACIÓN: dejar que todo fluya, no según tu prisa, sino según la voluntad de Divina, dejar que el agua corra entre las piedras.
Tercero ACEPTACIÓN: que tú seas capaz de asumir lo que te está sucediendo, sin enojarte ni pelear con eso; acepto esto que me está sucediendo.
Cuatro UNIFICACIÓN, es decir que yo no esté dividido internamente, cómo es dividido internamente: cuando pensamos una cosa, decimos otra cosa y queremos otra cosa; busca unificar, de tal manera que haya una misma dirección, una misma línea entre lo que tú piensas, lo que dices y lo que tú quieres, porque una persona fraccionada, dividida, pierde inmediatamente la paz.
Quinto TRANQUILIDAD DE CONCIENCIA: nunca te acuestes con pendientes en tu cabeza, dicho de otra manera, no hagas nada que después te haga ruido en tu conciencia, por más te guste, por más te atraiga, por más que te provoque, no, no hacer nada que después te provoque ruido en tu conciencia, entonces no negocies la tranquilidad de tu conciencia; si tú sabes que haciendo algo, después te va hacer sentirte mal, no lo hagas; porque el hecho pasa, pero la conciencia permanece.
Sexto para adquirir la paz SUÉLTATE, en otras palabras, ABANDONO, la oración de Carlos de Foucold, que haremos enseguida: Padre mío, me abandono a Ti. Haz de mí lo que quieras. Lo que hagas de mí te lo agradezco, estoy dispuesto a todo, lo acepto todo.
Con tal que Tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas, no deseo nada más, Dios mío. Pongo mi vida en Tus manos. Te la doy, Dios mío, con todo el amor de mi corazón, porque te amo, y porque para mí amarte es darme, entregarme en Tus manos sin medida, con infinita confianza, porque Tu eres mi Padre. Amén.
Séptimo busca AROMONIZAR CON TODO, con tu cuarto, con tu casa, con tu entorno, con tu barrio, con la gente que te rodea, con el lugar de trabajo; en otras palabras, haz amistad con el entorno, no estés peleando con todo el mundo; hay personas que pelean con la cama, con la habitación, con perro, con el vecino, con todo; si el ruido de un grillo en la noche te desvela, haz amistad con ese ruido, para que te arrulle, porque si tú no haces amistad con ese ruido que te molesta, él logrará desvelarte, persona si haces amistad con ese ruido, ese ruido terminará por arrullarte.
Octavo, TRABAJA ARDUAMENTE POR SER SAL Y LUZ: nunca sin sabor ni oscuridad, ojalá tú donde te mueves seas parte de la solución y no parte del problema, parte de la luz y no parte de la oscuridad, parte del sabor y no parte del sin sabor; trabaja por ser el sabor y la luz de tu entorno.
Noveno, APREDNE A SUPERAR EL PASADO, hacer un corte saludable con el ayer, no seguir pensando en las cosas dolorosas del pasado, no, porque eso lo único que hace es romper el equilibrio interior y desbaratar la paz, hay que aprender a hacer las paces con el pasado, para que se diluyan las culpas, porque cuando las culpas se diluyen se encuentra la paz. Hacer las paces con el pasado, es decir, esto sucedió, lo acepto amablemente, lo asumo y aprendo es una oportunidad de aprendizaje, de madurez y superación, no me voy a dar más flagelaciones con esos sucesos.
Décimo: OCUPARSE DEL PRESENTE, hay dos maneras, o te ocupas o te preocupas, ¿qué eliges? Preocuparte es sufrir antes de que suceda, es PRE- antes de, no te ocupes antes de que suceda, no sufras por lo que no ha sucedido; ocúpate del presente, el aquí y ahora.
Y finalmente Once, UNA CONFIANZA INMENSA EN EL FUTURO: el futuro está en las manos de Dios, yo soy responsable de mi presente, yo hago las paces con el pasado y yo confío mi futuro, la mejor manera de confiar en el futuro es haciéndose responsable de presente, si tú haces las cosas hoy, bien, estás garantizando bien, las cosas del mañana. Si pasara algo diferente, Dios y la vida te darán las herramientas necesarias para resolverlas, nada se queda sin resolver, nada.
Todo esto lo recogemos en esa palabra del resucitado, no puede ser casual que el resucitado se le haya aparecido al grupo y les hubiera dicho Shalom, la paz para ustedes; les invito entonces y me invito a que recibamos en esta noche esta palabra del resucitado y la incorporemos en nuestra vida y dejemos que el interno nuestro se inunde de paz de Dios, que la paz de Dios no es enajenarse, escaparse de realidad, no, la paz de Dios es ese equilibrio que Dios concede, para que si afuera ya hay muchos problemas, dentro experimentemos el regocijo de sabernos hijos, de sabernos amados, de sabernos asistidos y sostenidos por la paz del resucitado. Amén.
P. Rodri
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